domingo, 1 de junio de 2008

ALSASUA

Me llevan hasta allí pasos amigos
y no sé nada de su historia,
ni me importa. 
Lo desconozco todo,
salvo que una carretera la atraviesa.
Y, sin embargo, acudo cada año a esa casa
al borde del arroyo y del sosiego,
donde voces amigas discrepan felizmente
en armonía alrededor del fuego
en algunas ocasiones; en otras,
al borde de un plato o del mismo sueño,
y en su pasión no cejan
—quieren recuperar los veinte años—
de proferir palabras sin sentido,
de alimentar discursos que no entiendo,
de quemar el mundo con sus frases.
Mas no importa lo que digan.
Lo que incumbe es estar con ellos,
en la casita al borde del arroyo 
en Alsasua.

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