lunes, 14 de marzo de 2011

LUCRECIO

Pocas cosas ciertas sabemos sobre la vida de Lucrecio, pero, afortunadamente, nos ha llegado su excepcional reflexión sobre la naturaleza de la vida.

Epicúreo, atomista y, por tanto, materialista, ha sido el mejor y más lúcido defensor de la filosofía del de Samos.

Su extenso poema es todo él una larga y bien trabada argumentación sobre la naturaleza material del ser humano y de todo cuanto le rodea. Resulta fascinante que en el siglo I a. C. pudiera escribirse un texto que hoy puede leerse con satisfacción y con provecho. Todavía gran parte de la filosofía moral sigue utilizando la argumentación de Lucrecio para exponer lo irracional que resulta preocuparse de aquello que pueda haber más allá de la muerte.

Merece la pena releer a este filósofo que quiso enseñarnos a ser felices desde el conocimiento y la ausencia de supersticiones, que quiso mostrarnos el camino de una vida plena desde el amor y el abandono del miedo a la no-existencia del más allá.

Os dejo esta cita del comienzo del Libro II, sobre el elógio de la Filosofía: Pero nada es más dulce que ocupar los elevados templos serenos bien fortificados por la enseñanza de los sabios, desde donde puedas mirar a los otros abajo y verlos por todas partes vagar y buscar errantes el camino de la vida, competir en talento, rivalizar en nobleza, esforzarse día y noche con formidable trabajo por elevarse a la suprema opulencia y alcanzar el poder. ¡Oh mentes desdichadas de los hombres, oh espíritus ciegos! ¡En qué tinieblas de vida, en cuán grandes peligros se consume lo poco que hay de tiempo! 
(Traducción de Miguel Castillo Bejarano)

2 comentarios:

  1. Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia.
    Qué poco hemos cambiado.
    Saludos bloggeros

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  2. ¡Hola, NiñoCactus!

    Gracias por pasar y dejar tu rastro aquí.

    Un saludo.

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