¿Quién,
cuando la escasez se adueña
de la tribu,
se atreverá a decir esto es
mío
sin que le tiemble la voz
o la duda se asome unos
segundos
al borde de la conciencia?
¿Quién,
cuando el dolor aprieta en
el costado amigo,
no ofrecerá su tiempo y su
cuidado
para aliviar el trance
en la trémula voz de quien
nos llama?
¿Quién,
cuando el silencio ahoga
pasos, certezas y caricias,
no alzará su voz contra el
muro
e intentará derribar
merlones y sillares?
¿Quién,
sabiendo que puede
y que además es necesario,
dirá que no?
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