viernes, 17 de mayo de 2013

SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO

Vuelvo a Italo Calvino después de un montón de años. Recojo una novela  de entre esos muchos libros que dormitan en la biblioteca personal esperando ser agraciados con nuestra atención. Si una noche de invierno un viajero. Hermoso título, lleno de sugerencias y de puntos suspensivos, pleno de posibilidades. Título abierto a la imaginación del lector.

Calvino es uno de esos fabuladores desbordantes a los que les sobra capacidad inventiva, capaces de crear una historia mientras se toman un café en una terraza y otra más mientras pagan ese café. Y a mí este tipo de escritor me gusta mucho, entre otras cosas porque cada vez que abres un libro suyo te transporta a una época, unas circunstancias y una geografía totalmente diferentes a las del relato anterior. Otros, en cambio, siempre andan contándote la misma historia, aunque la disimulen un poquito, y eso me aburre bastante.

En Si una noche... es tal su alarde inventivo que no nos ofrece una única historia, sino diez. Y eso es, en mi opinión, lo malo del asunto. Y no quiero decir que el hecho de que nos ofrezca diez historias en lugar de una sea un aspecto desfavorable. Lo que quiero decir es que bajo este título no encontramos precisamente una novela, sino una reflexión sobre la escritura, el acto de escribir y de leer, una reflexión sobre la función del autor y sobre el papel del lector. Y además de eso se nos cuenta una micro historia de un lector que intenta leer diez historias —todas ellas incompletas— y que al final se casa con otra lectora.

Dicho de otra manera: el libro es hijo directo de los postestructuralistas años 70 y del movimiento Oulipo. El libro intenta poner en escena todo eso de la muerte del autor, de que el libro-quien- lo-hace-es-el-lector-pero-quién-es-en-realidad-el-lector-el-lector-soy-yo-realmente-o-es-mi-conciencia-de-que-estoy-leyendo-------...   ¿Hay alguien ahí?

Afortunadamente, el libro es más que eso gracias precisamente a la enorme capacidad inventiva de Calvino y a su gran sentido del humor... y de la escritura. Pero no es, ni de lejos, la divertidísima y crítica trilogía Nuestros antepasados. Como tampoco es el delicioso Por qué leer los clásicos, en el ámbito del ensayo.

NOTA: en el enlace que aparece sobre el nombre del autor (primera línea) tenéis una crítica bastante más seria y menos subjetiva que la mía.

Sed felices y leed cuanto podáis.

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