domingo, 5 de enero de 2014

ANTONIO COLINAS, poeta tranquilo

Desconozco cuáles son los mecanismos mediante los cuales asociamos los más variados elementos en los que nos sumergimos a lo largo del día. El caso es que hoy, leyendo a Colinas, tenía continuamente presente la imagen de un amigo amante del mar en general y del Mediterráneo en particular. Del Mediterráneo no sólo como mar, sino también como forma de vida, como cultura, como idea y como representación.

Pero no queda ahí el vago concepto asociativo. De Noche más allá de la noche he ido a Cómo se hace un poema porque recordaba que Antonio Colinas había tomado parte en él, y me encuentro con que lo que comentaba entonces era el Canto XXXV de su libro, y que sugería a los lectores que lo aprendieran de memoria porque estaba convencido de que al repetirlo producía una especial paz. 

Querido amigo, que contigo sea el mayor de los sosiegos.

CANTO XXXV

Me he sentado en el centro del bosque a respirar.
He respirado al lado del mar fuego de luz.
Lento respira el mundo en mi respiración.
En la noche respiro la noche de la noche.
Respira el labio en labio el aire enamorado.
Boca puesta en la boca cerrada de secretos,
respiro con la sabia de los troncos talados,
y, como roca voy respirando el silencio
y, como las raíces negras, respiro azul
arriba en los ramajes de verdor rumoroso.
Me he sentado a sentir cómo pasa en el cauce
sombrío de mis venas toda la luz del mundo.
Y yo era un gran sol de luz que respiraba.
Pulmón el firmamento contenido en mi pecho
que inspira la luz y espira la sombra,
que recibe el día y desprende la noche,
que inspira la vida y espira la muerte.
Inspirar, espirar, respirar: la fusión
de contrarios, el círculo de perfecta consciencia.
Ebriedad de sentirse invadido por algo
sin color ni sustancia, y verse derrotado,
en un mundo visible, por esencia invisible.
Me he sentado en el centro del bosque a respirar.
Me he sentado en el centro del mundo a respirar.
Dormía sin soñar, mas soñaba profundo
y, al despertar, mis labios musitaban despacio
en la luz del aroma: Aquel que lo conoce
se ha callado y quien habla ya no lo ha conocido
.

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