lunes, 27 de enero de 2014

HA MUERTO JOSÉ EMILIO PACHECO

Poco después de escribir la entrada sobre la novela de Alice Munro, La vida de las mujeres, me entero de la muerte de este grande de la poesía mexicana a quien le dedicamos una tertulia en mayo de 2011, lo que implica que previamente a la tertulia redactara otras entradas para ir dando noticia de él y de su poesía. En ellas podéis encontrar entrevistas y sugerencias de todo tipo.

En su recuerdo, dejo un aquí un texto suyo acerca del jabón.


ELOGIO DEL JABÓN

         El objeto más bello y más limpio de este mundo es el jabón oval que sólo huele a sí mismo. Trozo de nieve tibia o marfil inocente, el jabón resulta lo servicial por excelencia. Dan ganas de conservarlo ileso, halago para la vista, ofrenda para el tacto y el olfato. Duele que su destino sea mezclarse con toda la sordidez del planeta.

         En un instante celebrará sus nupcias con el agua, esencia de todo. Sin ella el jabón no sería nada, no justificaría su indispensable existencia. La nobleza de su vínculo no impide que sea destructivo para los dos.

         Inocencia y pureza van sacrificarse en el altar de la inmundicia. Al tocar la suciedad del planeta ambos, para absolvernos, dejarán su condición de lirio y origen para ser habitantes de las alcantarillas y lodo de la cloaca.

        También el jabón por servir se acaba y se acaba sirviendo. Cumplido su deber será laja viscosa, plasta informe contraria a la perfección que ahora tengo en la mano.

         Medios lustrales para borrar la pesadumbre de ser y las corrupciones de estar vivos, agua y jabón al redimirnos de la noche nos bautizan de nuevo cada mañana. Sin su alianza sagrada, no tardaríamos en descender a nuestro infierno de bestias repugnantes. Lo sabemos, preferimos ignorarlo y no darle las gracias.

         Nacemos sucios, terminaremos como trozos de abyecta podredumbre. El jabón mantiene a raya las señales de nuestra asquerosidad primigenia, desvanece la barbarie del cuerpo, nos permite salir una y otra vez de la tinieblas y el pantano.

         Parte indispensable de la vida, el jabón no puede estar exento de la sordidez común de lo que vive. Tampoco le fue dado el no ser cómplice del crimen universal que nos ha permitido estar un día más sobre la Tierra.

         Mientras me afeito y escucho un concierto de cámara, me niego a recordar que tanta belleza sobrenatural, la música vuelta espuma del aire, no sería posible sin los árboles destruidos (los instrumentos musicales), el marfil de los elefantes (el teclado del piano), las tripas de los gatos (las cuerdas).

         Del mismo modo, no importan las esencias vegetales, las sustancias químicas ni los perfumes añadidos: la materia prima del jabón impoluto es la grasa de los mataderos. Lo más bello y lo más pulcro no existirían si no estuvieran basados en lo más sucio y en lo más horrible. Así es y será siempre por desgracia.

         Jabón también el olvido que limpia del vivir y su exceso. Jabón la memoria que depura cuanto inventa como recuerdo. Jabón la palabra escrita. Poesía impía, prosa sarnosa. Lo más radiante encuentra su origen en lo más oscuro. Jabón la lengua española que lava en el poema las heridas del ser, las manchas del desamparo y el fracaso.

         Contra el crimen universal no puedo hacer nada. Aspiro el aroma a nuevo del jabón. el agua permitirá que se deslice sobre la piel y nos devuelva una inocencia originaria.

              De La edad de las tinieblas. Visor, 2009.

2 comentarios:

  1. "He cometido un error fatal - y lo peor de todo es que no sé cúal" José Emilio Pacheco

    Manoli

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