lunes, 5 de enero de 2015

¿Y SI AL MORIR NO NOS ACUDEN ALAS?

Catedral de Salisbury. Escultura de Sean Henry

Salí de madrugada 
con el firme propósito 
de conquistar el mundo,
mas todo cuanto hallé
era un vivo recuerdo de la muerte, 
una expresión soez
de la perplejidad nacida escollo.

A media tarde
los pies eran cansancio;
el trabajo,
un torpe obstáculo para la risa;
la ilusión,
una infeliz quimera del pasado.

Miré a mi alrededor,
advertí que la piedra
no era nada más que piedra.
                                          Resolví empezar de nuevo
y sin engaños.

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