Catedral de Salisbury. Escultura de Sean Henry |
Salí de madrugada
con el firme propósito
de conquistar el mundo,
mas todo cuanto hallé
era un vivo recuerdo de la muerte,
una expresión soez
de la perplejidad nacida escollo.
A media tarde
los pies eran cansancio;
el trabajo,
un torpe obstáculo para la risa;
la ilusión,
una infeliz quimera del pasado.
Miré a mi alrededor,
advertí que la piedra
no era nada más que piedra.
Resolví empezar de nuevo
y sin engaños.
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