viernes, 17 de abril de 2015

EL PUNTO DE VISTA DE KIERKEGAARD

Desconozco quién puede leer a Kierkegaard en la actualidad, no siendo alguien obligado a ello por profesión. Posiblemente hoy lo más conocido de este pensador danés sea el latiguillo que Faemino y Cansado utilizaban para cerrar sus chistes, y es que los tiempos de oscuridad, culpa  y angustia religiosa hace muchos años que los dejamos, afortunadamente, atrás.

Puedo decir que, salvo en la adolescencia, cuando empezaba a hacerme cargo de mi propio pensamiento para situarme ante la vida, época en la que leía El concepto de la angustia, Del sentimiento trágico de la vida y similares, nunca he compartido ni esa forma de pensar ni esa forma de afrontar la existencia. 

Por razones que no vienen al caso, he tenido que releer Mi punto de vista, y si bien sigo sin compartir lo que el bueno de Kierkeegaar nos ofrece en ese texto, hay una frase que hago mía plenamente: Y ahora..., ahora ya no soy interesante. ¡Qué aburrido que el problema de llegar a ser cristiano sea realmente el pensamiento fundamental de toda mi actividad como escritor!

Lástima que no se diera cuenta antes y que no fuera capaz de superar el exabrupto de su padre contra Dios, tomándolo como una maldición contra su progenitor y su descendencia. 

Sé que soy malicioso escribiendo lo que escribo, pero estoy convencido de que poco o nada ayudan algunas de las lacras de conciencia que pensadores influyentes en el ámbito occidental —Kierkegaard figura en todos los manuales de filosofía— han ido dejando en la conciencia, cuando menos, europea.  

Feliz fin de semana.

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