Cuando la vida es azul,
entera y redonda,
no hay zozobra
que la abata,
ni malestar
que embargue
nuestro tiempo.
Cuando la vida es azul
y el aire es limpio,
toda vigilancia
es vana;
toda precaución,
recurso huero
de criaturas atribuladas.
Cuando la vida
parece azul
y la sonrisa abierta,
cuida de que el viento
te dé en la cara,
de que puedas tocar las olas
con tus propias manos,
de que no exista barrera
entre la tenue luz
de la vida
y tú.
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