viernes, 9 de febrero de 2018

JUANA DE IBARBOUROU, 2

Obras completas. Juana de Ibarbourou. Aguilar
Durante mucho tiempo Aguilar fue la editorial de referencia para quien quisiera acceder a la obra de cualquier poeta. Estudio crítico, notas, textos revisados por especialistas y una encuadernación estupenda. Tenía una pega: valía realmente lo que ofrecía y en los años 40, 50 y 60 muy poca gente podía permitirse el lujo de adquirir algún ejemplar. Hoy el lujo, en cambio, es poder encontrar algún título en librerías de viejo o que los presten las bibliotecas. 

Y es que leer en la actualidad a Juana de Ibarbourou en este lado del Atlántico tiene sus dificultades. Si no os conformáis con el ejemplar de Cátedra —que tiene un magnífico y esclarecedor estudio crítico a cargo de Jorge Rodríguez Padrón, pero que puede resultar insuficiente—, lo mejor es acudir a una biblioteca que posea la edición de las obras completas —no siempre prestable— y disfrutar de ella. Viene todo esto a cuento porque hay una preciosa anécdota que solamente está recogida en la edición de las Obras completas

El homenaje en que quedó proclamada como "Juana de América" el 10 de agosto de 1929 fue de tal magnitud que a la salida estaba escoltada por ¡cuatro coraceros! Ella salía con un hermoso ramo de violetas y uno de los coraceros se atrevió a preguntar si estaría dispuesta a compartirlo. Juana hizo cuatro ramos del suyo y se los ofreció generosa. Mucho tiempo después, uno de aquellos coraceros se presentó en su casa con otra solicitud. Iba a casarse y el regalo de boda que quería hacer a su novia era el ramo de violetas secas que el buen hombre había conservado durante ese tiempo en un cofrecito de cristal. Lo que el antiguo escolta venía a pedirle eran unos versos de su puño y letra para que las violetas de antaño quedaran autentificadas. La escritora más famosa de toda Latinoamérica en aquel momento se los ofreció.

***

El vídeo ofrece una visión rápida y contenida de la autora, además de un texto escenificado que nos sitúa a la poeta en sus últimos años.




Y un poema de Raíz salvaje:


COMO LA PRIMAVERA



Como un ala negra tendí mis cabellos
         Sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste
         Diciéndome luego:
—¿Duermes sobre piedras cubiertas de musgos?
¿Con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿Tu almohada es de trébol? ¿Las tienes tan negras
porque acaso en ellas exprimiste un zumo
retinto y espeso de moras silvestres?
¡Qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
Hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Qué perfume usas? Y riendo le dije:
         —¡Ninguno, ninguno!
   Te amo y soy joven, huelo a primavera.
Este olor que sientes es de carne firme,
de mejillas claras y de sangre nueva.
¡Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
las mismas fragancias de la primavera!

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