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domingo, 3 de octubre de 2010

LIRA

(Imagen procedente de Atlas del Universo, de M. A. Garlick y W. Tirion )

Esta pequeña constelación representa la lira que construyó Hermes, que éste regaló a Apolo y, más tarde, Apolo obsequió a Orfeo. Para construirla, Hermes había vaciado una tortuga y, luego, sobre el caparazón vacío, había colocado siete cuerdas. Orfeo le añadió otras dos.

Orfeo, el mejor músico que jamás haya existido, tocaba tan bien la lira que la naturaleza entera se detenía a escucharla. Todo quedaba en pausaba, atento a los sones del músico. Más tarde Orfeo conoció a Eurídice y se casó con ella, pero poco tiempo pudieron disfrutar del amor porque un día que paseaba por el bosque Eurídice se encontró con Aristeo. Éste, encaprichado con ella quiso forzarla. Eurídice huyó, mas en la carrera tuvo la desgracia de pisar un víbora que se revolvió y la pico en el tobillo. Poco después murió. 

Orfeo acudió al Hades en su busca. Allí logró convencer a Perséfone y al propio Hades de que la devolvieran a la vida, eso sí, con la condición de que no mirara hacia atrás hasta que saliera del Infierno. Sin embargo, Orfeo, no pudiendo aguantar la curiosidad, y cuando faltaba poco para salir, se volvió hacia atrás y, en ese instante, perdió a Eurídice para siempre.

Cuando murió Orfeo, las Musas pidieron a Zeus que colocara su lira en el cielo. 

lunes, 23 de agosto de 2010

CISNE

La estrella más brillante de esta constelación es Deneb, que junto con Vega (en Lira) y Altair (en Águila) forman el triángulo de verano. Está atravesada de cola a cabeza por la Vía Láctea, por lo que en el espacio que ocupa se encuentran numerosos objetos dignos de observación durante las limpias noches de verano. Pero vayamos con el mito:


Desde los más remotos tiempos se ha visto en esta constelación un ave. Si nos vamos a la antigua Grecia, una leyenda identifica el cisne con Orfeo y así podría estar siempre junto a su lira. Sin embargo, la leyenda más extendida es la que se refiere a Zeus y a Leda, la hermosa mujer de Tindáreo.


Cuando Zeus se encaprichó de la diosa Némesis, la persiguió por aire, mar y tierra, transformándose ambos en animales que pudieran surcar rápidamente los distintos elementos. En el aire, Némesis se convirtió en ganso y Zeus en cisne, la dio alcance y, después de cubrirla, la diosa/ganso puso un huevo que entregó a Leda y del que más tarde nacería Helena de Troya.


Pero la versión más divulgada es la que cuenta que fue Zeus el que se unió a Leda, reina de Esparta, y que ésta puso luego un huevo del que nacieron Helena, Cástor y Pólux. Dentro de esta misma versión existe la variante que cuenta que como esa misma noche se había acostado con su esposo, sólo Helena era hija de Zeus, mientras que Cástor y Pólux eran hijos de Tindáreo. Las variables, según quien recoja la leyenda, son numerosas, sobre todo si tenemos en cuenta que también Clitemnestra forma parte de la incubación. Cosas de dioses y de huevos.

Para terminar, el soneto de W. B. Yeats:


LEDA Y EL CISNE

Una ráfaga súbita: las magnas alas desplegadas
sobre la doncella vacilante, los muslos acariciados
por las negras palmas, en el cuello el pico preso;
indefensa y sujeta pecho contra pecho.

¿Cómo pueden esos frágiles dedos aterrados
defender los mansos muslos de la gloria alada?
Y ante ese blanco torrente, un cuerpo así tendido,
¿qué hace salvo sentir el palpitar desconocido?

Un espasmo en la entrepierna concibe
el muro caído, el techo y la torre ardiendo,
a Agamenón y su muerte.
                                  Tan impotente,
tan rendida ante el brutal hijo del aire,
¿unió ella al recibirlos el saber y el poder
antes de que el indiferente pico la dejara caer?

(La traducción es de Gustavo Negrín)

domingo, 14 de julio de 2019

INVITACIÓN A LA NOCHE, 20

Fuente: https://lifeunderthestarlight.wordpress.com


LIRA



                                      el corazón la sabe
                             D. ALONSO



No es música,

ni luz,

ni pensamiento.



Jamás hubo una historia de amor

más hermosa y menos castigada.

Lira es Orfeo

                   que nos llama y nos redime,

y es Eurídice que vuelve…

                                      y que no puede.

Y son las musas y su canto y su gemido.

Y es Calíope…

                     que tampoco puede

—¿dónde, dónde pongo el recuerdo

para que no me duela?— 



                                    No es música,

                                    ni luz,

                                    ni pensamiento.



sábado, 15 de enero de 2022

CAROLINA CORONADO

15 de enero de 1911, Carolina Coronado muere en Lisboa. Es la segunda vez que muere y la última, porque la poeta ya había muerto en 1844. Famoso es el pasaje de catalepsia que la tuvo como muerta durante varios días. Incluso hubo publicación de necrológicas en los periódicos madrileños. Por suerte, se recuperó y quienes ya habían expresado sus condolencias y divulgado su desaparición, tuvieron que retractarse. 

Otra anécdota: era tía de Ramón Gómez de la Serna; bueno, más exactamente fue tía de la madre del escritor, Josefa Puig Coronado.

La poeta había llamado la atención de Espronceda con su brillante poesía, y este la apadrinará junto con otro consagrado de la época romántica, Hartzenbusch. Ambos reconocieron inmediatamente el talento literario de la extremeña.

Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda serán las dos escritoras más interesantes del romanticismo español, salvando, claro está el nombre de Rosalía de Castro, figura destacada por encima de todas y ya metida en los quehaceres del posromanticismo.

Es evidente que la poesía es una lectura minoritaria y que la de Coronado es difícil de encontrar en una librería. Castalia publicó hace ya unas décadas este magnífico ejemplar con un estudio introductorio de la profesora Noël Valis, pero ya no se encuentra si no es en bibliotecas o librerías de viejo. Afortunadamente, Torremozas sacó una antología con su obra poética hace aproximadamente un año. Esa sí está disponible. Y si la urgencia por leerla os acucia y no tenéis cerca ni biblioteca ni librería, siempre está la amplia y bien nutrida página web poesias.es, donde encontraréis casi todos sus poemas.


LOS CANTOS DE SAFO

I

Como el aura suavísima resbala
de placer en placer fácil mi vida:
entre el amor y gloria dividida,
¿cuál es la dicha que a mi dicha iguala?

Al lado de Faón, su amor cantando;
con la luz de sus ojos fascinada;
dicha inmensa es de Safo bienhadada
perder sus horas en deliquio blando.

Dicha inmensa es de Safo venturosa
que su amante en el aire que respira
beba el acento de la tierna lira,
que tan sólo por él suena amorosa.

¡Cómo a mis ojos inefable llanto
gota por gota el corazón destila,
si un instante su faz dulce y tranquila
brilla gozosa al escuchar mi canto!...

¡Si de su boca en lisonjero arrullo
la voz desciende a celebrar mi lira,
y hálito vago que su labio expira
mis sienes cerca entre el falaz murmullo!

Siento, Faón, tu delicado aliento
bullir entorno de la frente mía,
y en deliciosos tonos de armonía
herirme el corazón tus voces siento.

El corazón sus golpes precipita
al eco de tu voz apasionada:
a un suspiro, a un acento, a una mirada
como el seno de tórtola se agita.

No temo entonces que por bella alguna
perjuro olvides tu feliz cantora,
ni atractiva beldad venga en mal hora
a destrozar mi plácida fortuna.

¿Y quién la flor de la ventura mía
osará marchitar con mano aleve?
¿Quién a usurpar tu corazón se atreve
y a reinar donde Safo reinó un día?

¡Ah! no soy bella: su preciosa mano
en mi rostro los Dioses no imprimieron;
más al alma benignos concedieron
de los genios el numen soberano.

Y cítara en mis manos peregrina
las hermanas de Febo colocaron,
y de entusiasmo el corazón llenaron
de amor ardiente e inspiración divina.

Goza de triunfos la beldad un día,
que el porvenir destruye rigoroso;
cuando el genio entre aplausos victorioso
de la inmortalidad al templo guía.

Lecho de tierra y silencioso olvido
sólo del mundo la hermosura alcanza:
el estrecho sepulcro a do se lanza,
los rayos borrará de haber nacido.

Cual sueño pasará, si el genio alzando
la poderosa voz no la eterniza,
su cantar que a los siglos se desliza
vida preciosa a sus cenizas dando.

Yo también cantaré: también mis voces,
tierna Faón, tu nombre repitiendo,
con tu amor y mi amor sobreviviendo,
al porvenir sin fin irán veloces.

Yo a esa Grecia opulenta, sabia y justa
arrancaré un aplauso duradero,
una corona como el grande Homero
a mis sienes tal vez ceñiré augusta.

Y mírala ¡oh Faón! y tu sonrisa
premie el esfuerzo de tu Safo amada,
más plácida a su ser que en la alborada
place a las flores la naciente brisa.

II

Musas divinas, dioses del talento,
¿Qué me vale ceñir vuestra aureola?
Bella rival con su belleza sola
alcanzó mi afrentoso vencimiento.

Lanzadla de ante mí, lanzadla, cielos;
que al verla, el odio que me inspira crece,
mi vista con su vista se oscurece,
y hierve el corazón de envidia y celos.

Lanzadla lejos de él; no más admiren
sus ojos a la bella enamorados:
ni los míos en tanto ensangrentados
por sorprenderlos incesantes giren.

Alma Venus, escucha tú mi ruego,
y protege el amor que has encendido;
en el pecho cruel del fementido
brote una chispa del extinto fuego.

Dame atractivos, dame esa ilusoria
forma y hechizos con tu luz tocados,
¡y quítenme los Dioses irritados
mi cítara, mis cantos y mi gloria!

III

De Venus al oráculo las preces
de los augures fieles demandaron,
y el fin de mis desdichas por tres veces
y el triunfo de mi amor adivinaron.

Mas ¡ay! mintieron. —Tú roca insensible
desoyes mi pasión. —¡¡Ni una esperanza!!
¿no temes, di, que tu perjurio horrible
provoque de los Dioses la venganza?

¡Qué! ¿No temes que Venus indignada
a mis clamores presurosa acuda?
¿No temes que su cólera sagrada
sobre tu frente criminal sacuda?

Amante Diosa que el amor preside,
tú la invocaste de tu fe testigo
mi injuriada pasión venganza pide,
su hollada majestad pide castigo.

IV

Tu juventud corría silenciosa,
entre la oscura turba confundido,
cuando uniendo a tu nombre su renombre
Safo su gloria dividió contigo.

La cantora de Grecia descendiendo
de su altura, hasta ti, quiso amorosa
cantar tu vida y alumbrar tu frente
con la radiante luz de su aureola.

Y a tu lado, Faón, si la voz mía
se elevaba a cantar nuestros delirios,
miel divina en mis labios derramaban
solícitas las hijas del Olimpo.—

¿Dónde la bella que fingiendo amores
tu conquistado corazón me arranca?...
Ayer mi seno de placer latía,
y hoy de despecho y de dolor se abrasa...


Y este es el poema suyo que más me gusta, donde se identifican la poeta y la luna. La naturaleza, como dice Rico en su comentario, no es ya el misterio que representaba para la concepción romántica de la misma, sino comprensión.

LA LUNA EN UNA AUSENCIA

Y tú, ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa,
cruzando los espacios ondulante
tras los vapores de la nube acuosa?

Negra la tierra, triste el firmamento,
ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
y suspirando entre el oscuro viento
tenebrosos espíritus vagaban.

Yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.

¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía...?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!

miércoles, 26 de octubre de 2016

EL ESCURRIDIZO MERCURIO

Imagen de la NASA
Miércoles viene de Mercurio.

Hermes —Mercurio para los romanos— era hijo de Zeus y de Maya. Siempre despierto y ligero, ya de niño se liberó del ceñidor y se refugió en Tesalia, donde Apolo guardaba el rebaño de Admeto. Hermes le robó parte del mismo y lo escondió en una cueva. Después construyó la primera lira con el caparazón y los intestinos de una tortuga. Cuando Apolo descubrió el robo y quién lo había realizado, pidió a Zeus que le obligara a devolver lo robado. El padre del revoltoso dios le propuso que cambiara la lira por el rebaño, y así lo hizo. 

Más adelante inventó la flauta de Pan o siringa. Apolo, dios de la música, también la quiso, y consiguió cambiársela por el bastón de oro del que se servía para custodiar el rebaño. Así se hizo con el caduceo, que es uno de sus símbolos. Zeus, contento con el espíritu emprendedor de Hermes, le convirtió en su mensajero. Astuto, rápido, taimado, negociante e ingenioso, de su nombre nos ha venido la palabra hermenéutica.

El planeta tiene alguna similitud con el escurridizo dios, pues resulta difícil de ver, dada su proximidad al Sol, incluso para las sondas y demás ingenios que desde aquí mandamos, ya que tiene que sortear la fuerte atracción gravitatoria del astro rey, como la Mariner 10, Messenger o la próxima BepiColombo.

Entre las peculiaridades de este pequeño planeta están: la alta densidad, superior a la de los demás planetas del Sistema Solar, una superficie muy antigua y parecida a la de la Luna, la extremada variación de temperatura entre día (350ºC) y noche (-170ºC), el tener una ligerísima exosfera de hidrógeno, helio y oxígeno, poseer un todavía no explicado campo magnético y, lo más curioso, dar tres vueltas sobre sí mismo cuando ha dado dos veces la vuelta al Sol, o dicho en términos más exactos: tiene una año de 88 días nuestros (traslación), y un día de 58,65 (rotación).


Imagen de Wikipedia

miércoles, 21 de diciembre de 2016

UNA JUGADA DE DADOS... jamás abolirá el azar

Ya lo dijo Casimiro Parker ediciones
Si no estoy confundido, se edita por primera vez en castellano con el formato y composición que Mallarmé quiso que se imprimiera su obra más experimental y ambiciosa, Un coup de dés. Lo que quiere decir que supone un esfuerzo editorial importante, pues hay que ampliar de manera considerable la página y jugar con tipos de distintos pesos y formatos. Y como además es una edición bilingüe, estamos hablando de una edición de lujo, aunque han mantenido un precio asequible a todos los bolsillos: 15€. Ideal para quedar muy bien como regalo, propio o ajeno.

Pero la edición no solo es magnífica en su presentación. Se acompaña de una introducción a cargo de la traductora, poeta y catedrática de literatura, Pilar Gómez Bedate, que conviene leer con atención —por lo esclarecedora y bien documentada que está—, antes de adentrarse en la experiencia que supone leer el poema del maestro francés. 

Si las palabras de Gómez Bedate no fueran suficientes para navegar por el poema, siempre podremos recurrir a la amplia bibliografía sobre el mismo, del que yo destacaría, por citar un solo texto, El arco y la lira, de O. Paz, ese gran mago de las palabras que a mí me gusta más como ensayista que como poeta. También disponemos de un buen comentario en internet a cargo de C. León Liquete, si es que no estamos por la labor de liarnos demasiado.

¡Y feliz experiencia, digo lectura!

Gracias, Luis.

martes, 12 de mayo de 2020

HÖLDERLIN, "LO QUE PERMANECE LO FUNDAN LOS POETAS"


¡Feliz naturaleza! No sé lo que me pasa cuando alzo los ojos ante tu belleza, pero en las lágrimas que lloro ante ti, la bien amada de las bien amadas, hay toda la alegría del cielo.

Todo mi ser calla y escucha cuando las dulces ondas del aire juegan en torno de mi pecho. Perdido en el inmenso azul, levanto a menudo los ojos al éter y los inclino hacia el sagrado mar, y es como si un espíritu familiar me abriera los brazos, como si me disolviera el dolor de la soledad en la vida de la divinidad.

Ser uno con todo, esa es la vida de la divinidad, ese es el cielo del hombre. Ser uno con todo lo viviente, volver, en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza, esa es la cima de los pensamientos y alegrías, esta es la sagrada cumbre de la montaña, el lugar del reposo eterno donde el mediodía pierde su calor sofocante y el trueno su voz, y el hirviente mar se asemeja a los trigales ondulantes.

¡Ser uno con todo lo viviente! Con esta consigna, la virtud abandona su airada armadura y el espíritu de hombre su cetro, y todos los pensamientos desaparecen ante la imagen del mundo eternamente uno, como las reglas del artista esforzado ante su Urania, y el férreo destino abdica de su soberanía, y la muerte desaparece de la alianza de los seres, y lo imposible de la separación y la juventud eterna dan felicidad y embellecen al mundo.

A menudo alcanzo esa cumbre, Belarmino. Pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo eternamente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y no la comprendo.

¡Ojala no hubiera ido nunca a vuestras escuelas! La ciencia, a la que perseguí a través de las sombras, de la que esperaba, con la insensatez de la juventud, la confirmación de mis alegrías más puras, es la que me ha estropeado todo.

En vuestras escuelas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol de mediodía.

Sí, el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona, y cuando el entusiasmo desaparece, ahí se queda, como un hijo pródigo a quien el padre echó de casa, contemplado los miserables céntimos con que la compasión alivió su camino.


Hölderlin (1793-1843) es uno de esos poetas imprescindibles de la literatura occidental porque enseñó a pensar poéticamente. Si es cierto que toda oración expresa un pensamiento, también es cierto que no todas las oraciones que se escriben merecen emplear en ellas el tiempo que tardamos en leerlas, pues lo que dicen es tan pobre, tan sabido, tan menesteroso que no mejoran el silencio. 

Hölderlin, muy estudiado por Heidegger, interpretado muy a su manera por Berteaux, consiguió hacer de su escritura una propuesta en la que se aunaban la naturaleza, el mundo griego, la revolución ilustrada y el ser humano. Y eso, en mi opinión, lo consigue de forma magistral con Hiperión, un texto a medio camino entre la narración, la epístola y la poesía. Tan entrañable y fácil de leer como El principito. Seguramente, la novela más conmovedora que conozco. 

Pero no me hagáis caso a mí, hacédselo a Thomas Mann quien para expresar la importancia de la propuesta estética y social de su compatriota dijo aquello de que las cosas andarían mejor si Marx le hubiera leído.




A LAS PARCAS


Sólo un verano me otorgáis, vosotras las poderosas
y un otoño para dar madurez al canto,
para que mi corazón, más obediente,
del dulce juego harto se me muera.

El alma que no obtuvo en vida derecho
divino, tampoco abajo descansa en el Orco;
pero si un día alcanzó lo sagrado, aquello
que es caro a mi corazón, el poema,

bienvenido entonces, oh silencio del reino de las sombras.
Contento estaré, aunque mi lira
allí no me acompañe; por una vez
habré vivido como un dios, y más no hace falta.


Este audio es de un recital que se produjo en la Fundación Juan March. En él la mezzosoprano Elena Gragera y el pianista Antón Cardó interpretan unos lieder que tienen textos de Hölderlin; el actor Ernesto Arias lee los poemas, y la profesora, investigadora y traductora Helena Cortés Gabaudan se encarga de los muy útiles y acertados comentarios. Si queréis ver el vídeo, lo tenéis aquí. No dejéis de ver o escuchar su ponencia sobre el poeta alemán, está enlazada con su nombre.

 

martes, 17 de noviembre de 2020

LAS TRISTES

Editorial
Era el año 8 de nuestra era y Ovidio estaba felizmente olvidado del mundo y sus problemas en la isla de Capri —ya en aquella época era territorio vacacional—. Recibió la llamada del emperador Augusto. Le convocaba a una reunión. Podemos suponer que no le haría mucha gracia suspender repentinamente su retiro, pero era Augusto quien le llamaba y nadie podía negarse a una convocatoria así. Fue a Roma. Cuanto allí hablaron nadie lo sabe y nunca lo sabremos, porque fue una reunión a puerta cerrada. Conocemos la consecuencia: Ovidio fue enviado al exilio, al extremo oriental del imperio, a Tomis.

Mucho se ha especulado sobre el motivo del destierro. Lo cierto es que como dice uno de los investigadores que con mayor atención se ha dedicado al tema, John C. Thibault, ninguna afirmación sobre la causa del exilio es enteramente satisfactoria. O dicho con lenguaje científico, no hay ninguna evidencia sobre cuál fue exactamente la causa. Podemos suponer a partir de la lectura de Las Tristes (2.103-4; 3.1.51-2, y 3.5.45-52) que el motivo es doble: una composición poética  —seguramente Arte de amar— y una falta que el mismo poeta califica de leve. El caso es que no hay ningún documento que nos permita afirmar nada.

Lo que sí hay es un documento que nos habla de la profunda tristeza en la que quedó sumido Ovidio en un territorio cuya lengua no hablaba —aunque la aprendió con el tiempo—, y que se pasó todo el tiempo escribiendo cartas para conseguir su redención. Las Tristes son la mejor colección de versos para saber de su desolación e incluso de su propia vida, como es la elegía 4. 10: 

Yo soy el cantor de los tiernos amores; posteridad, oye mis palabras si quieres conocer al poeta que lees. Sulmona, abundante de frescos manantiales, es mi patria, que dista noventa millas de Roma. Allí vi la luz, y para que conozcas la época, fue el año en que perecieron los dos cónsules con una muerte igual. Si ello vale algo, heredé el orden ecuestre de mis insignes abuelos, y no debo a la fortuna el título de caballero. No fui el primogénito, sino nacido después de mi hermano mayor, que vino al mundo un año antes. La misma estrella presidió el natalicio de ambos, que festejábamos el mismo día con la ofrenda de dos tortas, y era éste uno de los cinco consagrados a las fiestas de la belicosa Minerva, el primero que se dedica a los combates sangrientos. Nuestra educación comenzó pronto, gracias al celo de mi padre, y asistimos a las lecciones de los maestros insignes de Roma. Mi hermano desde joven se inclinaba a la oratoria, como si hubiese nacido para las tempestuosas luchas del foro; y a mí desde niño me seducían los sagrados misterios, y la Musa en secreto me forzaba a rendirle culto. Muchas veces me dijo mi padre: «¿Por qué pierdes el tiempo en inútiles estudios? El mismo Homero no dejo ninguna riqueza.» Sus consejos me impresionaban, y abandonando todo el Helicón, intentaba coordinar palabras no sujetas a medida, espontáneamente acudían a formar pies cabales, y cuanto intentaba decir lo decía en verso. Entretanto los años resbalaban con pasos silenciosos, y mi hermano y yo tomamos la toga viril; echamos sobre nuestros hombros la púrpura laticlavia, y cada cual siguió su primera vocación. Ya mi hermano mayor había llegado a la edad de veinte años cuando murió, y comencé a carecer de una parte de mí mismo. Entré en el ejercicio de los cargos honoríficos que se conceden a la primera juventud, y fui nombrado triunviro. Me quedaba por conquistar el senado; mas esta carga era muy superior a mis fuerzas, y me contenté con la augusticlavia. De cuerpo poco vigoroso y natural menos apto para trabajos excesivos, y extraño a los impulsos de la turbulenta ambición, las hermanas Aonias, que siempre fueron de mí bien amadas, me convidaban a sus tranquilos ocios. Cultivé y frecuenté la amistad de los poetas de aquel tiempo, y creía ver otros tantos dioses en estos inspirados mortales. Muchas veces el viejo Macer me leyó sus poemas de las Aves y las Serpientes nocivas y las Hierbas saludables; muchas veces Propercio, unido a mí por íntimo afecto, me recitó sus fogosas elegías; Póntico, insigne por sus cantos heroicos, y Baso por sus yambos, se contaban como miembros queridos de mis reuniones, y el armonioso Horacio hechizaba mis oídos al acompañar con la lira de Ausonia sus elegantes odas. A Virgilio apenas le vi, y el avaro destino me arrebató pronto la amistad de Tibulo, que fue, Galo, tu sucesor, como de éste Propercio en la serie de los tiempos. Yo aparecí detrás, el cuarto, y lo mismo que veneré a los mayores, así los más jóvenes me veneraron a mí. No tardó mi Talía en darme a conocer; cuando leí al pueblo las poesías retozonas de mi juventud, sólo me había afeitado dos o tres veces. Exaltó mi numen una mujer celebrada en toda la ciudad, a la que dediqué mis Amores bajo el seudónimo de Corina. Compuse muchas obras, pero las que juzgué defectuosas, yo mismo las castigué entregándolas a las llamas; y antes de partir al destierro, quemé algunas que debían agradar, irritado contra mis estudios poéticos.

Mi tierno corazón, no invulnerable a las flechas de Cupido, se conmovía por la causa más leve, y a pesar de mi temperamento que se encendía con poco fuego, mi reputación no cayó envuelta en ninguna anécdota escandalosa. Casi niño todavía, díéronme una esposa ni digna ni conveniente, cuya unión se rompió en breve. Sucediole la segunda, de proceder irreprochable, pero que tampoco hubo de compartir mi lecho largo tiempo, y la última, que me acompañó basta la vejez, no se avergonzó de llamarse la esposa de un desterrado. Mi hija, dos veces fecunda en su primera juventud, aunque no de un solo esposo, me hizo otras tantas abuelo. Llegó por fin mi padre al término de su existencia, habiendo cumplido noventa años de edad, y lo lloré como él hubiese llorado mi pérdida; poco después pagué el último tributo a mi madre. ¡Felices ambos, sepultados a tiempo para no ver el día de mi condenación, y feliz yo también, porque no les hice testigos de mi infortunio ni les produje la consiguiente amargura! Si detrás de la muerte queda algo más que un vano nombre, y la leve sombra escapa a las llamas de la hoguera, y el rumor de mi falta llegó hasta vosotras, sombras de mis padres, y se juzgan mis delitos en el tribunal del infierno, quiero que sepáis la causa, y es imposible engañaros, que me ocasionó el destierro: fue por imprudente y no por criminal. Esto basta a los Manes: vuelvo a vosotros, espíritus curiosos de conocer los sucesos de mi vida. Transcurridos los años mejores, había llegado la vejez y sembrado de canas mi cabeza; desde mi nacimiento, ceñido en Pisa con la corona de olivo, el vencedor en la contienda de los carros había alcanzado diez veces el premio, cuando la cólera de un príncipe ofendido me obligó a residir en Tomos, ciudad sita a la izquierda del mar Euxino.

La causa de mi sentencia, harto conocida de todos, no necesita la confirmación de mi testimonio. ¿A qué referir la deslealtad de mis amigos, las acusaciones de los siervos y tantas amarguras más crueles que el mismo destierro? Pero mi ánimo se rebeló a sucumbir a tal prueba, y recogiendo sus fuerzas salió al fin victorioso; di al olvido la paz y los ocios de la pagada edad, tomé las armas extrañas a mis hábitos, cuando lo reclamaba la ocasión, y afronté tantos peligros por mar y tierra, como estrellas lucen en el polo que conocemos y el que se niega a nuestra vista, y después de largos rodeos arribé a las playas Sarmáticas vecinas de los Getas, hábiles en lanzar flechas. Aquí, aunque aturdido por el estruendo de las armas en torno mío resuenan, endulzo con la poesía mi triste situación; y aunque no haya un solo oído dispuesto a escucharme, abrevio y engaño con ella las horas eternas del día. Si vivo aún, y conllevo la dureza de mis trabajos, y no he llegado a aborrecer mi penosa existencia, es, Musa, gracias a ti, que me consuelas, que calmas mis inquietudes y alivias mis dolores. Tú eres mi guía y compañera; tú me libras de las riberas del Ister, y me conduces a la cumbre del Helicón; tú, caso raro, me diste en vida un nombre célebre que la fama no suele conceder más que a los muertos. La envidia, detractora de lo actual, no clavó su inicuo diente en ninguna de mis obras; habiendo producido nuestro siglo excelentes poetas, la murmuración no se enconó maligna contra mi ingenio, y si bien reconozco a muchos superiores, no se me reputa inferior a ellos, y soy muy leído en todo el orbe. Si es que encierran algo de verdad los presagios de los vates, no seré, ¡oh tierra!, tu despojo, desde el instante que muera; y ya deba al favor, ya a mis poemas este renombre, benévolo lector, recibe el testimonio legítimo de mi gratitud.

Texto tomado del sitio Imperium. Desconozco quién realizó la traducción.

***

La edición que ha realizado Antonio Ramírez de Verger para Cátedra es muy recomendable, no solo por la cantidad de notas que aporta al texto y por el trabajo introductorio que lo precede, sino porque, además, ha realizado el ímprobo esfuerzo de traducir en verso.

martes, 31 de agosto de 2010

LOS NOMBRES DE LOS DÍAS

Para Charo, Ana Cristina, Maite, Peio, Josetxo y Javi, amigos que preguntan.
Para Maite, que siempre está conmigo.

Los nombres de los días de la semana los hemos tomado del cielo, de los planetas que giran en torno al sol, de los dioses que habitaban en él, pero tienen mucho que ver con Pitágoras y la música de las esferas. 

Pitágoras, en su afán ordenador y clasificador, no podía entender un universo caótico. Desde su concepción del mundo y del universo, todo debía estar sujeto a leyes matemáticas, al imperio del número... y de la música.


Los cuerpos celestes visibles a simple vista y, por tanto, conocidos desde muy antiguo eran la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno (y éste era precisamente su orden aparente vistos desde la Tierra, centro del universo, según se creía entonces. Más allá estaban las estrellas). Todos esos cuerpos giraban dando vueltas alrededor de la Tierra, cada uno en una esfera. Y cada uno de ellos producía un sonido. Juntos formaban la escala musical completa: Luna-do, Mercurio-re, Venus-mi, Sol-fa, Marte-sol, Júpiter-la y, por último, Saturno-si.

(Dibujo de Toño Bernedo para el libro El desafío del Universo. Austral, 2007)


Pitágoras también se dio cuenta de que la división musical de la octava en una cuarta (do-fa) y en una quinta (fa-do), o en una quinta y una cuarta, correspondía exactamente con que el número 2 es igual al producto de 4/3 por 3/2, o viceversa. Es decir, sumar o restar intervalos musicales se corresponde con multiplicar o dividir sus relaciones. A partir de ahí, como la cuarta se obtiene restando una quinta de una octava, bajando o subiendo por las escalas a paso de quintas y octavas se generan las relaciones correspondientes a todas las notas.

Para encontrar las leyes matemáticas del universo basta con pensar que éste es una lira que Apolo toca. Y procediendo por quintas, las esferas quedan dispuestas en este orden: Luna-do, Marte-sol, Mercurio-re, Júpiter-la, Venus-mi, Saturno-si y Sol-fa. Ya tenemos ordenado y sonando en armonía el universo y, además,  insertos en él los números enteros y racionales, como no podía ser menos. Todo en orden, incluidos los días de la semana.

De esta ordenación místico/musical/matemática procede el orden de los días de la semana. Bien es cierto que con la aparición del cristianismo perdimos, en castellano, los dos últimos (sábado de sabat -día de descanso del hacedor-, domingo de dominica -día del señor, el hacedor anterior-), cosa que no ocurre en inglés o en alemán, por ejemplo.

Más información:
http://www.tendencias21.net/Un-satelite-de-la-Nasa-confirma-la-musica-de-las-esferas_a494.html (repercusión actual).


Si te ha interesado esta entrada, quizás te interese esta otra: ¿Por qué vemos lo que vemos de la Luna?

miércoles, 25 de abril de 2018

OCTAVIO PAZ, EL DOCUMENTAL


Gracias, Fran.

Gracias a un compañero de redes que dio ayer noticia de él, pude descubrir este magnífico documental sobre Octavio Paz que José María Martínez —guión y dirección— y Adela Iriarte —montaje y postproducción— realizaron en 2016. Después de su estreno el 26 de octubre de 2016, el documental estuvo presente en los festivales de cine de Málaga (España), Rosario (Argentina), Guadalajara (México) y de La Habana (Cuba), además de exhibirse en los centros del Instituto Cervantes de numerosos países.

En él intervienen los escritores Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Hugo Hiriart, Elena Poniatowska y Alberto Ruy Sánchez; los poetas Pere Gimferrer, Ida Vitale y Jean-Clarence Lambert, primer traductor de Paz al francés; los ensayistas Juan Villoro, Juan Malpartida y Christopher Domínguez Michael; los sanscritistas Óscar Pujol y Juan Arnau; los críticos de arte Juan Manuel Bonet y Fernando Castro Flórez; el pintor Vicente Rojo; la hispanista china Shihua He, así como Hans Meinke, editor de las obras completas del escritor mexicano, quien, en mi opinión, nos ofrece la más hermosa comparación sobre Paz.

El Instituto Cervantes lo ha colocado en su canal YouTube este lunes 23 como celebración del Día del Libro. Seguro que todas las personas interesadas en la vida y en la obra del Premio Nobel lo agradecen. 

No me resisto a recomendar algunos títulos que me parecen imprescindibles dentro de su ingente y luminosa obra:


También podéis encontrar una breve selección de sus poemas en este mismo blog.

lunes, 18 de diciembre de 2023

GÉRARD DE NERVAL

Editorial
Voy a realizar una afirmación un tanto arriesgada: quienes se adentran mucho en el estudio de la obra de alguien parecen quedar atrapados en una especie de síndrome de Estocolmo literario y terminan considerando esa obra objeto de su estudio como una de las mejores de su época, país, idioma o sea el que sea el ámbito considerado. La alabanza y el cariño por la persona objeto de estudio es siempre encomiable, pero, tal vez, no favorezca una actitud muy objetiva. 

Dejo bien claro por adelantado que no tengo la información suficiente para poner en duda o negar estas aseveraciones sobre Nerval: Hoy en día es sin duda uno de los poetas franceses que más dan que escribir, y "El Desdichado" es quizá el soneto más famoso de la lengua. Seguramente no hay otro poeta en el mundo (ni siquiera Mallarmé, aunque tal vez hubiera podido) que haya conseguido una admiración tan unánime con un logro tan breve: doce sonetos que caben en cinco o seis páginas. Porque ni aun Aurelia le habría valido el lugar de privilegiado que tiene hoy entre los padres de la literatura si Las quimeras no hicieran de él, más allá del escritor lúcido, del precursor involuntario y fatal, del testigo valeroso de una experiencia que él legitima de una vez por todas para nosotros, algo que sigue pareciéndonos más admirable y desconcertante aún: el visionario inspirado y mágico, casi el arquetipo, para nosotros, del poeta (p 14 del prólogo).

Ciertamente, todas las afirmaciones están muy matizadas. Dejémoslas ahí.

Ahora, el soneto: 

EL DESDICHADO

Yo soy el Tenebroso, — el Viudo, — el Sin Consuelo,
Príncipe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi única Estrella ha muerto, —mi laúd constelado
También lleva en sí el Sol 
negro de la Melancolía.

En la 
nocturna Tumba, Tú que me consolaste,
Devuélveme el Pausílipo y la mar italiana, 
La flor que prefería mi pecho desolado,
Y la Parra en que el Pámpano con la Rosa se une.

¿Soy Amor o soy Febo?.. ¿Lusignan o Biron?
Mi frente aún está roja del beso de la Reina;
En la Gruta en que nada la Sirena he soñado…

Y vencedor dos veces traspuse el Aqueronte:
Modulando tan pronto en la lira de Orfeo
Suspiros de la Santa, — como gritos del Hada.


Traducción: Tomás Segovia.

Monumento a Nerval, Plaza de la Torre de Santiago.
Grabados en la piedra los dos primeros cuartetos.

Podéis leer algunos poemas de Nerval en estas páginas:


martes, 2 de marzo de 2010

OSA MENOR


Poco se puede contar desde la mitología sobre la Osa Menor, ya que alude a personajes menores.

Según una versión es Fenice, ninfa compañera de Artemisa que, como Calisto, es seducida por Zeus. Y lo mismo que ocurre con Calisto, ocurre con ella: Artemisa la transforma en osa, pero cuando se entera de que ha sido Zeus el responsable de la seducción la catasteriza, esto es, la convierte en constelación.

Según otra versión es Cinosaura, una ninfa que habitaba en el monte Ida de Creta, donde Rea escondió a su hijo, Zeus, para que no fuera devorado por Crono. Cinosaura cuidó durante ese tiempo de él. Más tarde, Zeus, en agradecimiento la transformó en la Osa Menor o en su estrella más brillante, la Polar.

Yo, cuando llevo un grupo a observar el cielo nocturno, suelo mentir un poquito y les digo que la Osa Menor es el hijo de Calisto, Árcade. De esta forma están siempre juntos en el cielo. La mentira no es muy grande, porque Árcade es Arcturus, la estrella más brillante de Boyero. Pero ya contaré en otro momento la historia de esta otra constelación.

Historias aparte, la Osa Menor es importante porque en ella se encuentra la estrella Polar, que es la que nos marca el norte en este hemisferio... de momento. Dentro de 11.500 años será la estrella Vega, de la constelación de Lira la que lo haga, aunque nosotros no lo veremos.

martes, 12 de septiembre de 2017

ANIVERSARIO DEL CATÁLOGO MESSIER

Un 12 de septiembre de 1758 el astrónomo francés Charles Messier comenzó a trabajar en su célebre catálogo de objetos celestes. Gracias a él todos todos los aficionados a la astronomía nos entretenemos con nuestros pequeños telescopios intentando localizarlos; a veces, incluso, organizamos pequeñas competiciones para ver quién es capaz de localizar más en menos tiempo, son los llamados maratones messier.

Caprichos y aficiones aparte, Messier fue un auténtico cazador de cometas, y fue tal su pericia, que Luis XV lo llamó "cazador de cometas". Estuvo trabajando para el Observatorio de la Marina de París, hasta que la Revolución Francesa le obligó a abandonar la ciudad.

Messier logró reunir 103 objetos en un catálogo mientras se dedicaba a localizar cometas. Este catálogo se publicó por vez primera en 1781. Posteriormente se amplió y en la actualidad incluye 110 objetos del cielo profundo —la mayoría son cúmulos, nebulosas y galaxias—. Todos ellos se nombran con la letra M seguida de un número.

A mí el que más me gusta es M57, la famosa Nebulosa del Anillo, porque fue el primero que logré ver con mi telescopio. Está situado entre las estrellas gamma y beta de la constelación de Lira y aunque vista con mi trasto de 20 cm de diámetro es una pequeña mancha borrosa y blanquecina, tiene este aspecto magnífico a través del Hubble:

Fuente: Hubble a través de Wikipedia

jueves, 22 de enero de 2015

BÉCQUER, ESE DESCONOCIDO

Os dejo aquí este interesantísimo documental de La Claqueta. Se trata de una aproximación seria y bien documentada a la figura del poeta sevillano, del que no siempre tenemos una idea clara y objetiva.

El guión es de Aleix Raya y Miguel A. Reina; la dirección, de Manuel H. Martín. 





No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre
                    habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
                    palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
                    de fuego y oro vista;

mientras el aire en su regazo lleve
                    perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
                    ¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
                    las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
                    que el cálculo resista;

mientras la Humanidad, siempre avanzando,
                    no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
                    ¡habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma
                    sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
                    a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
                    batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
                    ¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
                    los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
                    al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso
                    dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
                    ¡habrá poesía!

jueves, 6 de julio de 2023

ORDENAR EL UNIVERSO (sobre libros y bibliotecas)

Editorial
De cuantos libros sobre libros y lecturas conozco este de Manguel es posiblemente el que más me gusta, y eso es decir mucho, porque hay una larga lista de libros admirables sobre el mundo de los libros, entre los que se cuentan grandes títulos como los magníficos de Ordine, el entrañable de Vallejo o los varios del propio Manguel. A él suelo volver con cierta asiduidad desde que llegó a casa unos días antes de que terminara el milenio pasado.

En el capítulo 13, Ordenadores del universo, después de recordarnos con Menandro que quienes saben leer ven dos veces mejor, y de glosar los versos del latino Ausonio 

Has comprado libros y llenado estantes, oh, amante de las musas.

¿Significa eso que ya eres sabio?

Si compras hoy cuerdas para instrumentos, plectro y lira:

¿Crees que mañana será tuyo el reino de la música?

con esta lapidaria sentencia: la acumulación de saber no es saber. Después de eso, digo, nos cuenta el sistema que Calímaco eligió para poner orden en lo que entonces ya era una enorme y caótica biblioteca, la de Alejandría. En palabras de Manguel: Calímaco dividió la biblioteca en estanterías o tablas (pinakoi —¿os suena, verdad?—) distribuidas de acuerdo con ocho géneros o temas: drama, oratoria, poesía lírica, legislación, medicina, historia, filosofía y miscelánea. Separó las obras más voluminosas y las hizo copiar en varias secciones más breves llamadas "libros", para tener así rollos más pequeños que fuesen de fácil manejo. Inmediatamente después nos dice que fue el gran Calímaco quien ideó por primera vez el sistema de catalogación que posteriormente se ha convertido en universal, el sistema alfabético. ¡El universo dentro del alfabeto! Como suelen insistir los matemáticos, las fórmulas más simples suelen las más bellas y mejores.

Y ya dentro del sistema alfabético, Manguel nos pone esta deliciosa historia delante de los ojos: el visir persa Sahib ibn Abbad, quien en el siglo X poseía una enorme biblioteca con 117.000 volúmenes, para no perder el control de la misma ni separse de ella cuando debía trasladarse a otro lugar, disponía de, atención, ¡cuatrocientos camellos adiestrados para desplazarse en orden alfabético! 

Nada nos dice Manguel sobre si el visir era un sabio o no, si era un simple bibliófilo o un erudito, si la pasión por los libros era solo afán de posesión y deslumbramiento o se trataba de la inexcusable necesidad de un letraherido. En cualquier caso, es simplemente hermosa la imagen de una biblioteca desplazándose perfectamente ordenada por la superficie de un mundo al que quiere ofrecer orden, belleza y entendimiento.

***

domingo, 3 de mayo de 2020

HERÁCLITO - BORGES

Editorial
La oscuridad de Heráclito es famosa desde la misma antigüedad de sus contemporáneos. Que se expresara mediante frases crípticas y sentenciosas —Acoplamientos: cosas íntegras y no íntegras, convergente y divergente, consonante y disonante; de todas las cosas Uno y Uno de todas las cosas. / La armonía invisible vale más que la visible. / Ellos no entienden cómo lo que difiere está de acuerdo consigo mismo: la armonía consiste en tensiones opuestas, similares a las del arco y la lira— y que, además, solamente nos hayan llegado un puñado de ellas, no facilita el trabajo de estudio y comprensión.
Editorial

Heráclito puede ser caracterizado como el filósofo del devenir , de la contradición, de la guerra, de la dialéctica. Sea como fuere, ha ejercido una notable influencia. Hegel sacó un gran partido a la armonía de los contrarios. Nietzsche lo admiraba: Su talento es el más raro y menos natural; en un sentido excluye y amenza a todos los otros talentos (La filosofía en la época trágica de los griegos). Heidegger le dedicó un un par de seminarios. Sin embargo, es posible que nadie haya expresado mejor que Borges la esencia misma de su pensamiento.



Heráclito camina por la tarde 
de Éfeso. La tarde lo ha dejado,
sin que su voluntad lo decidiera,
en la margen de un río silencioso
cuyo destino y cuyo nombre ignora.
Hay un Jano de piedra y unos álamos.
Se mira en el espejo fugitivo
y descubre y trabaja la sentencia
que las generaciones de los hombres 
no dejarán caer. Su voz declara:
Nadie baja dos veces a las aguas
del mismo río. Se detiene. Siente
con el asombro de un horror sagrado
que él también es un río y una fuga.
Quiere recuperar esa mañana
y su noche y la víspera. No puede.
Repite la sentencia. La ve impresa
en futuros y claros caracteres
en una de las páginas de Burnet.
Heráclito no sabe griego. Jano,
dios de las puertas, es un dios latino.
Heráclito no tiene ayer ni ahora.
Es un mero artificio que ha soñado
un hombre gris a orillas del Red Cedar,
un hombre que entreteje endecasílabos
para no pensar tanto en Buenos Aires
y en los rostros queridos. Uno falta.

                  De La moneda de hierro.