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jueves, 27 de marzo de 2014

HISTORIA DE LAS UTOPÍAS

Historia de las utopías
Lewis Mumford es uno de esos autores que me gustan especialmente porque siempre ofrecen bastante más de lo que las contraportadas laudatorias de sus publicaciones prometen, y es que este investigador autodidacta poseía una cultura enciclopédica y una manera de afrontar los temas que trabajaba siempre crítica y original. 

Lo primero que sorprende en este texto es que haya podido ser escrito a los 27 años, ya que la cantidad de lecturas que acumula y la profundidad del análisis que se realiza son más propias de edad mucho más madura, aunque el autor se queje en un prólogo redactado 40 años después de la aparición del libro del carácter "incompleto y superficial" del mismo.

Historia de las utopías se ocupa de analizar tres grandes temas: qué entendemos por utopía, cuáles han sido las utopías más difundidas y determinantes, y qué podemos hacer con ellas. Un lectura del índice, posiblemente, os ayude a entender mejor lo que quiero decir.

A mí el libro me parece que está lleno de hallazgos, y el primero de ellos creo que es señalarnos la existencia de dos tipos de utopías: utopías de escape y utopías de reconstrucción, que aparecen apuntadas en las primeras páginas que la editorial ha dejado a disposición de todo el mundo, por lo que me ahorro la explicación. A partir de esta diferenciación, diría yo, sobrevienen los demás.

Pero dejando a un lado lo que son las grandes líneas de reflexión del libro, quiero señalar otra virtud del mismo que consiste en esas perlas que nos vamos encontrando por doquier, que se nos aparecen de repente, y que funcionan muy bien incluso al margen del desarrollo argumental. Os dejo una, pero hay decenas:

Los hombres están hechos para la acción, antes que para el pensamiento; o mejor, puesto que el pensamiento, desde el punto de vista de la interpretación psicológica, es acción inhibida, la inhibición nos resulta naturalmente un poco más difícil. Así, cuando nos vemos enfrentados a una situación en la que hemos de elegir entre derribar un obstáculo (...) o alejarnos tranquilamente de él, valorarlo y trazar un plan de acción para sortearlo, nuestro impulso básico es escoger la primera opción (p 239).

Además de los títulos publicados por Pepitas de calabaza, también se puede encontrar fácilmente Técnica y civilización, publicado por Anaya. Los que en su momento publicaron Emecé y otras editoriales argentinas, hoy sólo se pueden conseguir a través de bibliotecas.

jueves, 6 de julio de 2017

1981: MANIFIESTO CONTRA EL HAMBRE Y EL SUBDESARROLLO

Desde hace algún tiempo estoy leyendo información sobre economía internacional, economía colaborativa, gestión solidaria de recursos y todo eso de un mundo lleno de unas pocas personas muy, muy ricas y de muchísimas personas muy, muy pobres.

Repasando datos y estadísticas de hace tiempo, por eso de comparar —es desolador—, voy y me encuentro en un ejemplar de Manos Unidas de 1986 con el Manifiesto de 52 premios nobel contra el hambre y el subdesarrollo, redactado en 1981 por iniciativa del que fuera Partido Radical Italiano (p 147, las negritas son mías):

Los abajo firmantes, mujeres y hombres de ciencia, de letras y de paz, diferentes entre nosotros por la religión, la historia y la cultura, que hemos sido distinguidos porque buscamos, honramos y veneramos la verdad en la vida y la vida en la verdad, a fin de que nuestras obras sean un testimonio universal de diálogo, de fraternidad y de civilización común en la paz y el progreso...

Dirigimos un llamamiento a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, a los poderosos y a los humildes, cada uno de ellos con sus propias responsabilidades, para que sean devueltos a la vida decenas de millones de seres humanos, a los que el hambre y el subdesarrollo hace agonizar, víctimas del desorden político y económico internacional que reina en la actualidad.

Un holocausto sin antecedentes, cuyo horror abarca en un único año todo el espanto de las matanzas que nuestras generaciones han conocido en la primera mitad de este siglo, está actualmente en proceso de realización y desborda cada día más, a cada instante que pasa, perímetro de la barbarie y de la muerte, no solamente en el mundo, sino también en nuestras conciencias. Todos aquellos que constatan, anuncian y combaten este holocausto son unánimes en definir a la política como la causa principal de esta tragedia.

Es necesario, pues, una nueva voluntad política y una nueva organización específica de esta voluntad, que busque directa y manifiestamente -y todo esto con una prioridad absoluta- superar las causas de esta tragedia y evitar lo más rápidamente posible sus efectos.

Es necesario que un método y un procedimiento adecuados, entre los ya existentes o imaginables, sean elegidos lo más rápidamente posible, elaborados y puestos en práctica: es necesario que un conjunto de proyectos convergentes y que correspondan a la plenitud de fuerzas, de responsabilidades y de conciencias los haga efectivos.

Es necesario que las más altas autoridades internacionales, los Estados, los pueblos, con frecuencia sumidos en total ignorancia de la plena posibilidad de realización de una política de vida y de salvación, tal y como reclaman, angustiadas, algunas de las más altas autoridades espirituales de la tierra, actúen, uniéndose entre ellos o por la acción, con objetivos exactos, precisos y apropiados, para que sea atacada, combatida y vencida en todos los países donde hace estragos esta muerte que amenaza, invade y condena de ahora en adelante a una gran parte de la humanidad.

Hay que sublevarse contra ese falso realismo que incita a resignarse a una fatalidad que, en realidad, es de la incumbencia de las responsabilidades de la política y del desorden establecido. Hay que luchar con realismo para que lo que es posible sea hecho y no malgastado -tal vez para siempre-. Es necesario que se conviertan en positivas esas modas y esos gestos de asistencia, que proporcionan, sobre todo, una buena conciencia barata y que no salvan a aquellos a quien están destinadas, así como esas crueles e infecundas utopías que sacrifican a los hombres actuales en nombre de un proyecto futuro de sociedad.

Es necesario que los ciudadanos y los responsables políticos elijan y voten, a sus niveles respectivos, electorales o parlamentarios, gubernamentales o internacionales, nuevas leyes, nuevos presupuestos, novedosos proyectos y nuevas iniciativas, y que sean inmediatamente puestas en práctica para salvar a millones de hombres de una deficiente alimentación, del subdesarrollo y de la muerte por hambre de centenares de millones de seres a cada nueva generación.

Es necesario que todos y cada uno demos valor de ley al deber de salvar a los seres vivos y de no matar y no exterminar, aunque sea por inercia, por omisión o por indiferencia. Los poderosos de la tierra son responsables, pero no solamente los únicos.

Si los que no tienen poder ni armas no se resignan a la pasividad, si son cada día más numerosos y proclaman que no obedecerán más que a una sola ley, la fundamental de los derechos de los hombres y de los pueblos, ley que es derecho y derecho a la vi da; si aquellos que no tienen poder ni armas se organizan, utilizando sus escasas pero durables armas -la de la democracia política y las grandes acciones no violentas, al estilo de Gandhi-, proponiéndose e imponiendo elecciones y objetivos cada vez más delimitados y adecuados; si esto se produjese, es seguro que nuestra época no sería la era de la catástrofe que actualmente planea sobre nosotros. 

Nuestro saber no puede limitarse a contemplar, inertes e irresponsables, el horrible fin que nos amenaza. Nuestro saber nos dice que la humanidad corre cada día más peligro de muerte. Nuestro saber debe ser una ciencia de la esperanza y una ciencia de la salvación, sustancia de las cosas en las que creemos y esperamos todos.

Si los medios de información, si los poderosos de este mundo que nos han honrado con los testimonios de reconocimiento que nos han concedido, consienten en escuchar y también en hacer escuchar en esta ocasión nuestra voz y nuestra actitud, así como la de todos aquellos que están actuando en el mundo en la misma dirección; si las mujeres y los hombres, si los pueblos saben, si son informados, no dudamos de que el porvenir podrá ser diferente del que nos amenaza a todos, y en el mundo entero.

Para ello es necesario, sin más tardanza, escoger, obrar, crear y vivir para hacer vivir.

Ese mismo verano del 81 se adherían a él unos cuantos presidentes y primeros ministros. En el 84, otros tantos premios nobel. Hoy no puede decirse que la política internacional haya contribuido un ápice a solucionar uno más de los problemas auténticamente graves que tiene la humanidad. El hambre sigue matando más personas cada año que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos. 

No tengo ninguna duda acerca de los beneficios de la cultura y de la creación de conciencia a partir de una información veraz y correcta, pero la lentitud con que se produce el cambio de actitudes y la resistencia feroz del poder hacen que todo parezca más desesperante de lo que tal vez sea.

lunes, 28 de octubre de 2019

RE-READ DONOSTIA RECOMIENDA








Los libros de Ursula K. Le Guin siempre tienen algo de etnográficos, con sus minuciosas recreaciones de los mundos que inventa, de sus sociedades, de sus gentes, costumbres, cultura, paisajes… A mí siempre me han parecido una especie de etnografía fantástica o etnografía-ficción, si bien sus libros no dejan de ser novelas. El eterno retorno a casa, sin embargo, se parece mucho más a una etnografía que a una novela. 


El libro describe a los Kesh, los habitantes del Valle, y lo hace como si de un texto antropológico se tratara: su organización social y política, el parentesco, la cosmogonía, el folklore, la gastronomía, la arquitectura, las relaciones de género, etc. Utiliza algún hilo narrativo, pero lo integra en la descripción bajo la forma de testimonio o historia de vida.

“Los personajes de este libro podrían haber vivido dentro de muchísimo tiempo en el Norte de California”, dice la primera frase del libro. Apenas nos da más pistas para que podamos interpretar lo que viene después. Muchas cosas que nos gustaría conocer se quedan en la sombra de quien (o quienes) describen a las gentes del Valle: la supuesta arqueóloga que nos presenta el libro, la(s) supuesta(s) antropóloga(s) que recoge(n) la información… Quienes escriben no se molestan en dar explicaciones de quiénes son, ya que se dirigen a sus semejantes, de modo que el contexto más general en el que se encuentran los Kesh nos resulta un enigma total.

Lo que más nos gusta de Le Guin es que es una escritora de utopías. Explora las posibilidades del ser humano, de su vida en comunidad, y lo hace desde el mejor lado de su corazón. En un tiempo en el que las distopías están tan de moda y que nos acechan por los cuatro costados, es muy sano leer a Le Guin. Nos refresca la imaginación, que tan magullada tenemos. Abre ventanas que dejan pasar el aire y con él la posibilidad de imaginar mejores mundos. Ese es el esfuerzo que más agradezco a esta autora: el de imaginar sociedades más igualitarias, más justas, más modestas; imaginar con pelos y señales cómo serían las personas que viven en esas sociedades y mostrarnos que no es tan descabellado. Nos muestra también en todos sus libros cómo los valores de cada sociedad impregnan a las personas y condicionan la forma en que afrontan la vida.

El eterno retorno a casa es un libro magnífico, bello, si bien puede resultar árido a quien espere encontrar en él una novela al uso.


Beatriz Moral



martes, 19 de abril de 2022

GABRIELA KIZER, "En falso"

Ejemplar del KM

Gabriela Kizer es poeta y ejerce como profesora universitaria en la Escuela de Artes y de la Maestría en Literatura Comparada de la Universidad Central de Venezuela.

Ha publicado los libros de poesía: Amagos (Monte Ávila Editores, 2000); Guayabo (Ediciones Arte Dos Gráfico/Ediciones Esta Tierra de Gracia, 2002); Tribu (Editorial La Cámara Escrita, 2011); Pavesa (Editorial Letra muerta, 2019), y este, recién aparecido, En falso, del que se ha hecho cargo Visor, y que tiene un hermoso prólogo de Luisa Castro.

 A lo largo de las cinco secciones de que consta vamos realizando un viaje de descubrimiento por las distintas edades, por diferentes voces y por ambientes poéticos que van de lo sagrado a lo más próximo y cotidiano, mientras se van mezclando textos en verso y en prosa, siempre poesía de la mejor calidad. 

Como Juan Ramón Jiménez, como cualquier poeta que se precie, Kizer busca insistentemente el nombre exacto de la cosas, y aunque dé la impresión de que nunca lo conseguimos, de que estemos operando en falso, como nos lo recuerda el poema que da título a la colección,

 

la poeta sigue insistiendo en su trabajo:

Y ahora qué ofrecerte, palabra,

qué desear de ti.


Acaso,

aún nos sea dado recordar

las bellas utopías,

algún conjuro

laboriosamente soñado,

        a prueba de fuego

impuesto a la realidad.


Ya ves, la rosa ha florecido en el poema

y se ha sabido sombra de otra rosa.


La historia también ha florecido


La historia: aquí hablamos de lo sin flor.


Aquí, entre dientes, mascullamos

el mundo que no es.


Con la cabeza gacha, el rabo entre las piernas, 

cada día lucho por reconocerte,

cada mañana, al menos, lo pregunto:

¿realidad, realidad?, ¿palabra, palabra?


Los indigentes llegan al semáforo humanamente:

el hombre sin piernas y rostro de hombre

se echa al piso, se arrastra entre los carros,

golpea las puertas por debajo;

la mujer con su cartera al hombro

se arremanga los pantalones y 

se lleva las manos a la boca

en un gesto que alguna vez fue señal de hambre.


Recostado en la pared,

aquel hombre también se lleva las manos a la boca.

Me mira y ríe a carcajadas.


Ha visto en mis ojos el espanto

y le da risa.


Agachada en la basura,

la mujer orina o defeca mientras

come y rebusca desperdicios

a la vista de todos los transeúntes.


¿Quién puede mirar,

quién puede voltear al otro lado?


Esta es tu estrofa, palabra, 

¿qué harás con ella?


Chisporrotean, rotos, bajo la lluvia, los anuncios de neón.


Esta es la ciudad que ven los ojos.


Los huecos en el cemento,

camuflados a veces por la lluvia.


Los huecos dentro de los ojos.

***


Путин, немедленно останови войну!