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sábado, 29 de enero de 2022

JOSÉ HIERRO, CIEN AÑOS

Este ejemplar me acompaña desde 1975, fecha en que realicé un pequeño trabajo sobre su obra para presentarlo en la clase. Me gustó tanto, que me negué a leer nada sobre él. Los atrevimientos de la edad. 

Si viviera, el 3 de abril cumpliría 100 años.

Esta es mi selección-homenaje-recuerdo:





DESTINO ALEGRE


Nos han abandonado en medio del camino.
Entre la luz íbamos ciegos.
Somos aves de paso, nubes altas de estío,
vagabundos eternos.
Mala gente que pasa cantando por los campos.
Aunque el camino es áspero y son duros los tiempos,
cantamos con el alma. Y no hay un hombre solo
que comprenda la viva razón del canto nuestro.

Vivimos y morimos muertes y vidas de otros.
Sobre nuestras espaldas pesan mucho los muertos.
Su hondo grito nos pide que muramos un poco,
como murieron todos ellos,
que vivamos deprisa, quemando locamente
la vida que ellos no vivieron.

Ríos furiosos, ríos turbios, ríos veloces.
(Pero nadie nos mide lo hondo, sino lo estrecho).
Mordemos las orillas, derribamos los puentes.
Dicen que vamos ciegos.

Pero vivimos. Llevan nuestras aguas la esencia
de las muertes y vidas de vivos y de muertos.
Ya veis si es bien alegre saber a ciencia cierta
que hemos nacido para esto.






SERENIDAD

                     (Lectura de madrugada)

Serenidad, tú para el muerto,
que yo estoy vivo y pido lucha.
Otros habrá que te deseen:
ésos no saben lo que buscan.
Si se durmieran nuestras almas,
si las tuviéramos maduras
para mirar inconmovibles,
para aceptar sin amargura,
para no ver la vida en torno
apasionadamente nunca,
duros y fríos, como piedra
que sopla el viento y no la muda...

Almas claras. Ojos despiertos.
Oídos llenos de la música
del dolor. Los dedos felices,
aunque los hieran las agudas
espinas. Todo el sabor agrio
de la vida, en la lengua.

                                   «Nunca
podrás mojar tu pie en el río
en que ayer lo mojaste. Busca
la eternidad, vive en la alta
contemplación de su figura».

Palabrería de los libros
de la que deja el alma turbia.
Serenidad que se nos vende
por librarnos de la tortura,
por llenarnos de sueño el alma
y rodeárnosla de bruma.
Serenidad, tú para el muerto.
El hombre es hombre, y no le asusta
saber que el viento que hoy le canta
no volverá a cantarle nunca.
Serenidad, no te me entregues
ni te des nunca,
aunque te pida de rodillas
que me libertes de mi angustia.
Será que vivo sin saberlo
o que deserto de la lucha.
Tú no me escuches, no me eleves
hasta tu cumbre de luz única.

Palabrería de los libros
de la que deja el alma turbia.
Yo también me hago un poco libro,
me duermo el alma...

                                  Luz difusa.
La madrugada se desgaja
agria y azul, como una fruta.
Cantan los pinos a lo lejos.
Un niño llora. Las desnudas
mujeres y hombres silenciosos
salen despacio de las últimas
sombras. Los pájaros me esperan.
Se alzan las olas. (Me preguntan
por qué). Campanas... (Ayer niebla,
hoy claro sol y luego lluvia...)
¿Por qué? Las hojas se estremecen...

Voy inundándome de música








Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que ha sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.





EL MUERTO

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos).

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.







ALUCINACIÓN

Amanece. Descalzo he salido a pisar los caminos,
a sentir en la carne desnuda la escarcha.
¡Tanta luz, tanta vida, tan verde cantar de la hierba!
¡Tan feliz creación elevada a la cima más alta!
Siento el tiempo pasar y perderse y tan sólo por fuera de mí se detiene.
Y parece que está el universo encantado, tocado de gracia.
¡Tanta luz, tanta vida, tan frágil silencio!
¡Tantas cosas eternas que mellan al tiempo su trágica espada!
¡Tanta luz, tan abiertos caminos!
¡Tanta vida que evita los siglos y ordena en el día su magia!
Si la flor, si la piedra, si el árbol, si el pájaro;
si su olor, su dureza, su verde jadeo, su vuelo entre el cielo y la rama.
Si todos me deben su vida, si a costa de mí, de mi muerte es posible su vida,
a costa de mí, de mi muerte diaria...

¡Tanta luz, tan remoto latir de la hierba...!
(Descalzo he salido a sentir en la carne desnuda la escarcha).
¡Tanta luz, tan oscura pregunta!
¡Tan oscura y difícil palabra!
¡Tan confuso y difícil buscar, pretender comprender y aceptar,
y parar lo que nunca se para.






Por qué te olvidas, y por qué te alejas
del instante que hiere con su lanza.
Por qué te ciñes de desesperanza
si eres muy joven, y las cosas viejas.

Las orillas que cruzas las reflejas;
pero tu soledad de río avanza.
Bendita forma que en tus aguas danza
y que en olvido para siempre dejas.

Por qué vas ciego, rompes, quemas, pisas,
ignoras cielos, manos, piedras, risas.
Por qué imaginas que tu luz se apaga.

Por qué no apresas el dolor errante.
Por qué no perpetúas el instante
antes de que en tus manos se deshaga.





RECUERDOS

Aquello era hermoso. ¿Te acuerdas de como las flores nacían?
¿De cómo traía el ocaso su rojo clavel en la boca?
¿De un hombre que todas las tardes tocaba el violín a la puerta?
¿Del soñar cotidiano que daba sus llamas al alma en la sombra?

¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Yo no sé si tú vuelves conmigo y conmigo lo evocas.
¡Tan alegre pasar, desgarrando el eterno momento,
pisoteando, sin verlas, las rosas!

Hay un instante que todo lo puede, que salta los días
y vive presente en el cielo dorado de nuestra memoria.
¿Por qué no ha de ser ese instante
el que ya para siempre te colme las horas?

¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Todas las cosas que son, son hermosas
aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día,
que pasan rozando las vidas y nunca retornan.

¿Te acuerdas de aquello?
La juventud nos cantaba, nos canta, su canto de gloria.
Aquello era hermoso: pasar sin pensar, y soñar sin llegar,
aceptar sin jamás preguntar por la mano que dio la limosna.

Y yo te pregunto. Y acaso esta brisa que mueve la hierba
me da tu respuesta, me dice la oscura palabra que nunca se nombra.






Apagamos las manos. Dejemos encima del mar marchitarse la luna
y nos pusimos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Ahora ya es tarde. Las albas vendrán a ofrecernos sus húmedas flores.
Ciegos iremos. Callados iremos, mirando algo nuestro que escapa
hacia su patria remota.
(Nuestro espíritu debe de ser, que cabalga sobre las olas).

Ahora ya es tarde. Apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Hemos caído en un pozo que ahoga los sueños.
Hemos sentido la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.

Antes, entonces, con qué gozo ardiente,
qué prodigioso encenderse de aurora
modelamos en nieblas efímeras, en pasto de brisas ligeras,
nuestra cálida hora.
Y cómo apretamos las ubres calientes. Y cómo era hermoso
pensar que no había ni ayer, ni mañana, ni historia.

Ahora ya es tarde; apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Cómo errar por los años, como astros gemelos, sin fuego,
como astros sin luz que se ignoran

Cómo andar, sin nostalgia, el camino, soñando dos sueños distintos
mientras en torno el amor se desploma.

Ahora ya es tarde. Sabemos. Pensamos. (Buscábamos almas).
Ahora sabemos que el alma no es piedra ni flor que se toca.
Como astros gemelos y ajenos pasamos, sabiendo
que el alma se niega si el cuerpo se niega.
Que nunca se logra si el cuerpo se logra.

Dejamos encima del mar marchitarse la luna.
Cómo errar, por los años, sin gloria.
Cómo aceptar que las almas son vagos ensueños
que en sueños tan sólo se dan, y despiertos se borran.
Qué consuelo ha de haber, si lograr una gota de un alma
es pretender apresar el latir de la tierra, desnuda y redonda.

Estamos despiertos. Sabemos. Como astros soberbios, caídos,
sentimos la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.






PARA UN ESTETA

Tú que hueles la flor de la bella palabra
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente
no has de beber mis aguas rojas.

Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte —agua y fuego— hermanadas
van socavando nuestra roca.

Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras,
¡ay, palabras maravillosas!

Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa.

Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.

Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar,
«que es el morir», dicen las coplas.

No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.





EPITAFIO PARA LA TUMBA DE UN HÉROE

Se creía dueño del mundo
porque latía en sus sentidos.
Lo aprisionaba con su carne
donde se estrellaban los siglos.
Con su antorcha de juventud
iluminaba los abismos.

Se creía dueño del mundo:
su centro fatal y divino.
Lo pregonaba cada nube,
cada grano de sol o trigo.
Si cerraba los ojos, todo
se apagaba, sin un quejido.
Nada era si él lo borraba
de sus ojos o sus oídos.

Se creía dueño del mundo
porque nunca nadie le dijo
cómo las cosas hieren, baten
a quien las sacó del olvido,
cómo aplastan desde lo eterno
a los soñadores vencidos.

Se creía dueño del mundo
y no era dueño de sí mismo.





UNOS VERSOS PEDIDOS

Hace ya tiempo... (era yo
poeta. Tiempo divino
de cantar y de soñar
lo esperado y lo perdido.
Cristal de viejos reflejos,
tornasolado prodigio,
álamo esbelto que alzaba
al cielo su verde grito
primaveral...) Hace tiempo
—divino tiempo— me dijo
que le escribiera unos versos
a sus senos..

Nunca ha sido,
nunca jamás podrá ser
el poema concluido.
Hay cosas grandes, bellezas
para las que no hay cobijo
en las palabras. Hay cosas
cuyo nombre no decimos
para no mancharlas.

Miro
hacia atrás. Era yo entonces
poeta (serlo es sentirnos
iluminados) No supe
hallar el nombre preciso,
la cifra que concretara
tanta hermosura. (Me dijo
que le escribiera unos versos
a sus senos...) No he podido
hallar la palabra exacta,
lograr el nombre preciso.

Yo, poeta sin palabras,
dado a los malabarismos
de las palabras, buscaba
rimas, imágenes, ritmos.
Cazador de aves retóricas:
«palomas de tibios picos»,
«cimas de nieve con sol
poniente», «gemelos lirios»,
«pararrayos de lo rosa»,
«redondas piedras de río»,
«fruto al que arrancan los pájaros
sus dulzores encendidos».

Yo era poeta. Sentía,
soñaba. Tiempo divino
de sentir y de soñar.
Y ser poeta es vestirnos
túnicas de luz, oír
la voz que nos va trazando
todos los caminos.

Soñar sin saber cantar.
Errar por el laberinto.
Pero ahora que sé cantar
ya es imposible el prodigio.
Ahora ya no sé soñar.
Cayó la antorcha al abismo.
Todo pasa en torno, y todo
halla el corazón marchito.
Todo es una imagen muerta
en el fondo de mi río.
Una brisa que conmueve
trigos que no son mis trigos.

Alba que toca el ocaso.
Ya no soy rey de mí mismo.
Caído de mi alto trono,
sin resurrección, hundido
en las cavernas que el tiempo
cavó para mi suplicio.


RÉQUIEM




ALUCINACIÓN EN SALAMANCA

¿En dónde estás, por dónde
te hallaré, sombra, sombra,
sombra?...

                Pisé las piedras,
las modelé con sol
y con tristeza. Supe
que había allí un secreto
de paz, un corazón
latiendo para mí.

Y qué serías, sombra,
sombra, sombra; qué nombre,
y qué forma, y qué vida
serías, sombra. Y cómo
podías no ser vida,
no tener forma y nombre

Sombra: bajo las piedras,
bajo tanta mudez
—dureza y levedad,
oro y hierba—, qué, quién
me solicita, qué
me dice, de qué modo
entenderlo... (no encuentro
las llaves). Sombra, sombra,
sombra... Cómo entenderlo
y nacerlo...

                 De pronto,
deslumbradoramente,
el agua cristaliza
en diamante... Una súbita
revelación...

                  Azul:
en el azul estaba,
en la hoguera celeste,
en la pulpa del día,
la clave Ahora recuerdo:
he vuelto a Italia. Azul,
azul, azul era ésa
la palabra (no sombra,
sombra, sombra) Recuerdo

ya —con qué claridad—
lo que he soñado siempre
sin sospecharlo. He vuelto
a Italia, a la aventura
de la serenidad,
del equilibrio, de
la belleza, la gracia,
la medida...

                  Por estas
plazas que el sol desnuda
cada mañana, el alma
ha navegado, limpia
y ardiente. Pero dime,
azul (¿o hablo a la sombra?),
qué dimensión le prestas
a esta hora mía; quién
arrebató las alas
a la vida. Y quién fue
que yo no sé. Y quién fui
el que ha vivido instantes
que yo recuerdo ahora.
Qué, alma mía, en qué cuerpo,
que no era mío, anduvo
por aquí, devanando
amor, entre oleadas
de piedra, entre oleadas
encendidas (las olas
rompían y embestían
contra las torres peñas)...

Entre oleadas... Olas...
Gris... Olas... Sombra...He vuelto
a olvidar la palabra
reveladora. Playas...
Olas... Sombra... Hubo algo
que era armonía, un sitio
donde estoy... (sombra, sombra,
sombra), donde no estoy.
No: la palabra no era sombra.

El fulgor del cielo,
la piedra rosa, han vuelto
a su mudez. Están
ante mí. Los contemplo,
y, sin embargo, ya
no están. El equilibrio,
la armonía, la gracia
no están. Ay, sombra, sombra
(y tanta claridad).

Quién disipó el lugar
(o el tiempo) que me daba
su sangre, el que escondía
el lugar (o era el tiempo)
no vivido. Y por qué
recuerdo lo que ha sido
vivido por mi cuerpo
y mi alma. Qué hace
aquí, por mi memoria,
este avión roto, un viejo
Junker, bajo la luna
de diciembre. La niebla,
la escarcha, aquel camino
hasta el silencio, aquella
mar que estaba anunciando
este mismo momento
que no es tampoco mío.

Quién sabe qué decían
las olas de esta piedra.
Quién sabe lo que hubiera
—antes— dicho esta piedra
si yo hubiese acertado
la palabra precisa
que pudo descuajarla
del futuro. Cuál era
—ayer— esa palabra
nunca dicha. Cuál es
esa palabra de hoy,
que ha sido pronunciada,
que ha ardido al pronunciarla,
y que ha sido perdida
definitivamente.





YEPES COCKTAIL

Juan de la Cruz, dime si merecía
la pena descolgarte, por la noche,
de tu prisión al Tajo, ser herido
por las palabras y las disciplinas,
soportar corazones, bocas, ojos
rigurosos, beber la soledad...


—¿Otro whisky?
                               La pelirroja
—caderas anchas, ojos verdes—
ofrece ginebra a un amigo.
Hombros y pechos le palpitan
en el reír. ¡Oh llama de amor viva,
que dulcemente hieres!...


Junto al embajador de China,
detrás de la cantante sueca,
el agregado militar
de Estados Unidos de América,
Juan de la Cruz bebe un licor
de luz de miel...

                       (Dime si merecía
la pena, Juan de Yepes, vadear
noches, llagas, olvidos, hielos, hierros,
adentrar en la nada el cuerpo, hacer
que de él nacieran las palabras vivas,
en silencio y tristeza, Juan de Yepes...
Amor, llama, palabras- poesía,
tiempo abolido... Di si merecía
la pena para esto...)


                              El aplaudido
autor con el puro del éxito,
la amiguita del productor
velando su pudor de nylon,
las mejillas que se aproximan
femeninamente: «Mi rouge
mancha, preciosa...» (Mancha amor
cuando en las bocas no hay amor).

(Juan de la Cruz, dime si merecía
la pena padecer con fuego y sombra,
beber los zumos de la pesadumbre,
batir la carne contra el yunque, Juan
de Yepes, para esto... Vagabundo
por el amor, y huérfano de amor...)

miércoles, 22 de marzo de 2017

CELEBRACIÓN DEL TERRITORIO


¡La belleza de este cielo azul y de este mar en calma!


La naturaleza exterior nos avergüenza: es de una serenidad desoladora para nuestro orgullo.



La serenidad es aquella actitud de las personas de responder ante cualquier evento o situación sin dejarse arrebatar por sentimientos o emociones desestabilizadores. Una persona serena es una persona pacífica, y en paz con su entorno, con los demás y consigo mismo.

martes, 28 de enero de 2020

SERENIDAD

[De cuantos poemas he publicado individualmente en este espacio, este es el más visitado  con mucha diferencia.  Pertenece a la serie Poemas con juguete]



Para Irene


Ochogiro es feliz y deja pasar el tiempo. Aún no conoce a Fantine

Tengo el sol de invierno en una mano
el tiempo de los besos en la otra
habito un espacio sin nostalgias
con la ternura me duermo
y con ella amanezco.

Dejadme vivir en este aire enamorado.

viernes, 16 de marzo de 2018

JOAN MARGARIT EN BILBAO

Ayer pude asistir al comienzo del BilbaoPoesia 2018. Sabina de la Cruz recordó a Blas de Otero mientras nos mostraba unas fotografías del poeta; después, Jon Kortazar leyó tres poemas en euskera del poeta homenajeado y Joan Margarit hizo otro tanto con poemas en castellano destinados a Sabina. Luego abordó unos cuantos poemas de su último libro publicado, Un asombroso invierno.

Margarit gana con los directos porque a la verdad y belleza de sus poemas les añade credibilidad, es decir, todas las señales que emite —voz, presencia, gesto, dicción, manera de estar— colaboran en esa misma dirección. No olvidemos que al fin y al cabo un poema no es otra cosa que un texto montado sobre alguna metáfora que nos debe producir alguna emoción, y es difícil emocionarse si no percibimos verosimilitud.

Pero Margarit tiene muchas más virtudes y cualidades que la de la credibilidad. Camino de los 80, tiene un enorme recorrido hecho, una sabiduría extraordinaria, un acendrado estilo propio y una serenidad envidiable. Es como si mirase el paisaje desde muchos metros más alto que la mayoría de las personas. Tal vez ese ver más sea parte sustancial de la buena poesía.


miércoles, 15 de julio de 2015

VOCALISE, EL EGOÍSMO DE LA FELICIDAD

Hay obras musicales que invitan a la acción, a la solidaridad, al entusiasmo, a la alegría, a la tristeza, a la nostalgia, al recuerdo, al abandono, a la gloria, al amor e incluso a la guerra. Algunas nos invitan a la felicidad.

Hoy me siento vocalise. El egoísmo de la felicidad lo impregna todo: el tiempo pausado que transcurre al ritmo de la respiración, el paisaje quieto, el tacto suave de las formas amables, los complacientes colores que acarician las formas, el cariñoso diálogo con los objetos más próximas, la serenidad de la voz que se diluye en el tiempo pausado...

Vocalise es como una voluta que nos envuelve en la felicidad más sosegada. Haced la prueba.


lunes, 23 de octubre de 2023

VICTOR HUGO, "En Villequier"

Fuente: Wikipedia

Ahora que París, sus adoquines y sus mármoles,
y su niebla y sus tejados están lejos de mis ojos;
ahora que estoy bajo las ramas de los árboles,
y que puedo pensar en la belleza de los cielos;


ahora que de la pena que oscureció mi alma
salgo, pálido y victorioso,
y siento la paz de la gran naturaleza.
que entra en mi corazón;


ahora que puedo, sentado al borde de las olas,
conmovido por este magnífico y sereno horizonte,
examinar dentro de mí las verdades profundas
y mirar las flores que hay en el césped;


ahora, Dios mío, que tengo esta calma oscura
para poder de aquí en adelante
mirar con mis propios ojos la piedra donde sé que en la sombra
ella duerme para siempre;


ahora, conmovido por estos divinos espectáculos,
llanuras, bosques, rocas, valles, río plateado,
al ver mi pequeñez y tus milagros,
recupero la razón ante la inmensidad;


y a ti acudo, Señor, padre en quien debemos creer;
yo te traigo, sosegado,
los pedazos de este corazón lleno de tu gloria
que tú has roto;


¡a ti voy, Señor, confesando que eres
bueno, clemente, indulgente y gentil, oh Dios vivo!
Reconozco que solo tú sabes lo que haces,
y que el hombre no es más que un junco que tiembla al viento;


yo digo que la tumba que sobre los muertos se cierra
abre el firmamento;
y que lo que aquí abajo tomamos como fin
es el comienzo;


Acepto de rodillas que tú solo, padre augusto,
posees lo infinito, lo real, lo absoluto;
reconozco que es bueno y que es justo
que mi corazón sangre, ya que así lo has querido.


Ya no pongo resistencia a cuanto ocurre
por tu voluntad.
El alma de duelo en duelo, el hombre de orilla a orilla,
avanza hacia la eternidad.


Nunca vemos nada más que un lado de las cosas;
el otro se sumerge en la noche de un misterio aterrador.
El hombre sufre el yugo sin conocer las causas.
Todo lo que ve es breve, inútil y fugaz.


Siempre traes de vuelta la soledad
alrededor de cada paso.
No has querido que él tuviera certeza
ni alegría aquí abajo.


Tan pronto como posee algo, el destino se lo quita.
Nada le fue dado en sus días fugaces
para que pueda hacer de él un hogar y decir:
esta es mi casa, mi campo y mis amores.


Debe ver por un corto tiempo cuanto ven sus ojos;
está envejeciendo sin apoyo.
Si estas cosas son, es porque deben ser;
lo reconozco, lo reconozco.


¡El mundo está oscuro, oh Dios! la armonía inmutable
consiste en llorar tanto como en cantar;
el hombre es sólo un átomo en esta sombra infinita,
noche donde los buenos ascienden y los malvados caen.


Sé que tienes otras cosas que hacer
que compadecerte de nosotros,
y que un niño que muere, desesperación de su madre,
no te afecta en absoluto.


Sé que el fruto cae con el viento que lo sacude,
que el pájaro pierde su pluma y la flor su perfume;
que la creación es una gran rueda.
que no puede moverse sin aplastar a alguien;


los meses, los días, las olas de los mares, los ojos que lloran,
pasan bajo el cielo azul;
la hierba debe crecer y los niños deben morir;
lo sé, ¡oh Dios mío!


En tus cielos, más allá de la esfera de las nubes,
en lo profundo de ese azul quieto y dormido,
quizás estés haciendo cosas desconocidas
donde el dolor del hombre entra como elemento.


Quizás sea útil para tus innumerables propósitos
que seres encantadores
se vayan, arrastrados por el oscuro torbellino
de negros acontecimientos.


Nuestros oscuros destinos están sujetos a leyes inmensas
que nada perturba y nada ablanda.
No puedes tener clemencias repentinas
que perturben el mundo, ¡oh Dios, espíritu tranquilo!

¡Te lo ruego, oh Dios, que mires mi alma!,
y consideres
que humilde como un niño y gentil como una mujer,
¡vengo a adorarte!


Considera que desde el amanecer,
trabajé, luché, pensé, caminé, peleé,
explicando la naturaleza al hombre que la ignora,
iluminando todo con tu claridad;


que hice frente al odio y a la ira,
hice mi tarea aquí abajo,
que no podía esperar esta recompensa,
que no podía


prever que tú también, sobre mi cabeza inclinada,
apoyarías tu brazo triunfante,
y que tú, que has visto la poca alegría que tengo,
me quitarías a mi hija tan rápidamente.


Un alma tan golpeada tiene derecho a quejarse,
podría blasfemar,
y te arrojé mi llanto como un niño que tira
una piedra al mar.


Considera que dudamos, ¡oh Dios mío!, cuando sufrimos,
que el ojo que llora demasiado acaba cegado,
que un ser cuyo luto se sumerge en el más oscuro abismo,
cuando ya no te ve, no puede contemplarte,


y es imposible que el hombre, cuando se hunde
en las aflicción,
tenga en mente la serenidad oscura
de las constelaciones.

Hoy, yo que era débil como una madre,
me postro a tus pies ante tus cielos abiertos.
Me siento iluminado en mi amargo dolor
por una mirada más noble sobre el universo.


Señor, reconozco que el hombre delira
si se atreve a murmurar;
dejo de acusar, dejo de maldecir,
¡pero déjame llorar!


¡Pobre de mí! deja que las lágrimas fluyan de mi párpado,
ya que hiciste a los hombres para esto.
Déjame apoyarme en esta fría piedra
y decirle a mi hija: ¿Sientes que estoy aquí?


Déjame hablar con ella, inclinado 
sobre sus restos,
por la noche, cuando todo está en silencio,
como si en su noche, reabriendo sus ojos celestes,
este ángel me estuviera escuchando.


¡Pobre de mí! hacia el pasado vuelvo un ojo de envidia,
sin que nada aquí abajo pueda consolarme,
siempre recuerdo este momento de mi vida
cuando la vi abrir sus alas y volar.


Veré este momento hasta que muera,
el instante, lágrimas superfluas,
cuando exclamé: La niña que tenía hace un momento
¡qué! ¡ya no lo tengo!


No te enfades porque sea así,
oh Dios mío, ¡esta herida ha sangrado durante tanto tiempo!
La angustia en mi alma es siempre la más fuerte,
y mi corazón está sumiso, pero no resignado.


¡No te irrites! frentes que exige el duelo,
mortales propensos a las lágrimas,
nos cuesta retirar el alma
de estos grandes dolores.


Verás, nuestros hijos son muy necesarios para nosotros,
Señor; cuando hemos visto en nuestra vida, una mañana,
en medio de problemas, tristezas, miserias,
y de la sombra que proyecta nuestro destino,


aparecer un niño, 
cabeza querida y sagrada,
pequeño ser alegre,
tan hermoso, que nos parece que al verlo llegar se abre
una puerta del cielo;


cuando, a los dieciséis años, de este otro yo
crecen la gracia amable y la dulce razón,
cuando reconocemos que esta niña que amamos
hace el día en nuestra alma y en nuestra casa,


que es la única alegría aquí abajo que persiste
de todo lo que soñamos,
considera que  es algo muy triste
¡verla partir!

(La traducción es mía y el original lo tenéis aquí).

Alain Delon grabó un disco bajo el título de Mon Victor Hugo, en el que recitaba poemas de La Fontaine, de Vigny y, por supuesto, de Hugo. El audio completo está en YouTube. Los poemas de V. Hugo que recita los encontraréis declamados en el minutaje que señalo.

2' 43": Trois ans après.
6' 48": Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne.
8' 11": A Villequier.



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martes, 22 de enero de 2019

EL TIEMPO REGALADO, Andrea Köhler

Editorial
La vida tocada por la muerte es la conciencia del tiempo. Hay quien la considera insoportable y se afana en buscar refugio contra el tiempo y quien busca serenidad en el mismo transcurrir de sí mismo junto a las cosas. Con estas palabras inicia Gregorio Luri un epílogo brillante, hermosa defensa de la tesis de Andrea Köhler, que podríamos sintetizar diciendo que no es otra cosa que un alegato a favor de la lentitud, ilustrado con muchos ejemplos tomados de la literatura y de la filosofía.

No dejamos de ser humanos: nuestros sentimientos mantienen un cierto anacronismo, generamos defensas contra la angustia de la rapidez, por eso no podemos liberarnos de la lentitud, lo que explica el auge de fenómenos como la meditación, el slow food, el yoga… Ahora son palabras de la autora, que página a página nos va ofreciendo una perspectiva sobre la espera como tiempo regalado, rico en matices y posibilidades —¿será necesario recordar una vez más al zorro de El principito?—. 

Las citas y las referencias se van engarzando en un hermoso racimo de ideas que la autora nos ofrece con morosidad estudiada. Y hasta yo, que tiendo a la impaciencia y a la rápida ejecución, que soy poco amigo de la espera, puedo decir que he disfrutado con él lo mismo que el zorro disfrutaba esperando la llegada del encuentro. 

Una más: Según la poética formulación de Walter Benjamin, el aburrimiento es " el pájaro de ensueño que incuba el huevo de la experiencia". Dicho de otra manera: también puede ser una espera temporal que desencadene nuestras mejores fuerzas. 


La tarde que estuve entretenido en su lectura fue puro tiempo regalado.

martes, 16 de noviembre de 2010

RITA LEVI-MONTALCINI

"A comienzos del tercer milenio, las facultades intelectuales deben ponerse sobre el tapete para ganar la partida que está en juego: la supervivencia de la especie humana." 


Con estas palabras cierra el libro la Premio Nobel de Medicina de 1986. No son originales. No son deslumbrantes. Son palabras, como todo el libro, llenas de sensatez, de mesura, de equilibrio, de un profundo conocimiento de la humanidad y de los riesgos en los que está sumida. Todo el libro desprende serenidad y conocimiento. Mientras lo leía, me daba la impresión de estar escuchando a una afable abuela contar esas historias que sólo la gente que ha vivido mucho conoce.

El texto es una reflexión sobre la sociedad actual, los cambios a que está sometida y los que serían necesarios llevar a cabo para que la especie humana pueda seguir existiendo en el futuro. En este recorrido hace un repaso a la necesidad de la educación y el desarrollo de todas y cada de las personas, no sólo las que viven en las sociedades ricas, no sólo las de género masculino. Reflexiona, así mismo, sobre la globalización, el medio ambiente, el fanatismo ideológico, la revoluciones socioculturales, el comportamiento social y los derechos y deberes, tan mal repartidos todavía.

Quizá porque soy maestro, o quizá porque desde mi posición de europeo tiendo a olvidar con mucha frecuencia que el derecho a la educación aún no es un derecho real en el mundo, me han impresionado especialmente las palabras que cita de Nakhusa, niña africana de ocho años, para quien el proceso de aprendizaje, a esa edad, ya ha acabado: Me gustaría ser un chico. Estudiaría, jugaría, llegaría a ser alguien... Quizá un piloto o un directivo de empresa... responsable de algo. La escuela es importantísima; sin instrucción la vida es incompleta, es como no tener un pie o una mano. La escuela lo es todo; si no tienes instrucción, no eres nadie.


Son necesarios textos como éste e intelectuales como ésta, para conseguir un mundo más justo, más apacible, más sensato, más humano.

Feliz lectura.

sábado, 30 de mayo de 2020

LA LUNA DESDE EL BALCÓN DE CASA

Imagen tomada el 28-05-20.

Fotografía realizada con un móvil de gama baja aplicado al ocular de un telescopio de montura dobson y 200mm de apertura. (He dejado la fotografía en Google fotos para que se pueda ampliar y ver con más detalle).

Un telescopio pequeño de aficionado no sirve para realizar investigación ni para descubrir el universo, pero después acostumbrarse a él y aprender a manejarlo un poco, da, por ejemplo, para que podamos realizar observaciones detalladas de nuestro satélite. Una vez pasada la primera sorpresa y después de haber dicho "¡guau, se ven los cráteres!", podemos empezar a preguntarnos por qué hay unas zonas de superficie lisa y más oscura —¿es un material geológico distinto?, ¿por qué tienen ese aspecto?, ¿qué ha ocurrido para que sea así?. O podemos dedicarnos a curiosear con los cráteres —¿tienen todos un nombre?, ¿son muy grandes o son muy pequeños?, ¿quienes eran esas personas?, ¿desde cuándo están ahí?—. Mirar, observar, sorprenderse con lo que vemos a través del ocular está bien y es divertido, pero es muchísimo más divertido descubrir qué es lo que estamos viendo.

He colocado los nombres tal y como los podéis encontrar en cualquier libro o atlas sobre la Luna, ya esté escrito en inglés, en ruso o en griego. Como los nombres científicos de plantas o animales, los accidentes de la Luna se nombran en latín por acuerdo internacional. Para un primer conocimiento bastará con que tecleéis el nombre en Wikipedia y esta os dará los primeros datos con los que empezar a saciar vuestra curiosidad. La misma enciclopedia os da más referencias a donde acudir para ampliar la información.

Pero detengámonos un momento en la imagen que tenemos. Es un sector de la Luna que corresponde al cuadrante noroeste (arriba, izquierda). Así la veríamos a simple vista o con unos prismáticos cuando está en la fase de luna llena (la zona rodeada en naranja corresponde aproximadamente a la zona de la fotografía):


Como yo tengo en telescopio reflector, es decir, de espejos, veo esa imagen a través del ocular invertida (lo de arriba, abajo; lo de la izquierda, a la derecha). Los elementos más destacados de ella son  la Bahía de la Aspereza (S. Asperitatis), el Mar de la Tranquilidad y el Mar de la Serenidad. Como curiosidad he señalado la zona donde alunizó el famoso Apolo 11. No muy lejos de allí, en el cráter Le Monnier, anduvo la sonda soviética Lunojod 2 en 1973. Tomó más de 80.000 fotografías y realizó varios análisis del suelo lunar.

También aparecen los nombras de algunos cráteres: Arago, Julio César, Eudoxo, Posidonio y Chacornac. Si copiáis los nombres en el buscador, rápidamente os enteraréis de que Arago fue un astrónomo, matemático, físico y político francés, que llegó hasta primer ministro (en 1848), que el cráter que lleva su nombre tiene 26 km de diámetro y 1,8 km de profundidad, lo que no está nada mal para verse tan pequeñito. 

Otro tanto podéis hacer con los demás y tendréis completa la colección del día. Si esto mismo lo repetís un día tras otro siguiendo la línea terminador, además de haceros con el relieve lunar os llevaréis alguna que otra sorpresa, como daros de bruces con los Pirineos, haceros con un bonito listado de hombres y mujeres que han tenido algo que ver con la Luna, qué es lo que hicieron para fomentar su conocimiento, o quizás lleguéis a descubrir que nuestro satélite se balancea y que gracias a eso podemos ver el 59% de su superficie y no el 50% que teóricamente deberíamos ver.

Aquí podéis ver un par de fotos más de la sesión de anteayer desde el balcón de mi casa con algunos nombres ya colocados. 

Y aquí mi telescopio en mi balcón:

viernes, 5 de febrero de 2021

TODAS LAS DESPEDIDAS, Rafael Juárez

Ejemplar del KM
 PUERTO CERRADO



Ya busco más el sol de última hora

y aparto el libro con mayor frecuencia.

Y prefiero perderme en la prudencia

a encontrarme en la brega. Ya se escora



hacia el puerto cerrado mi memoria.

Y apenas gasta mi deseo la herencia

que innoble acumuló –tanta potencia

reducida al gusano de la aurora–.



Mastico más cuidados que alimentos,

ando sobre rastrojos de difuntos

y cada encuentro es una despedida.



No diré pero ni aunque, ni lamentos.

Así está bien: vida y final van juntos.

Hasta la muerte propia todo es vida.


De Rafael Juárez (1956-2019) no he leído nada más que este título que cogí casi como al descuido en la biblioteca del Koldo Mitxelena. Después de leerlo me entero de que la población lectora de poesía de Granada se dividía en los seguidores de García Montero y los de Juárez. Una vez más compruebo lo injusta y caprichosa que es la fama. O el mucho uso que hacen algunos de los medios y lo poco que otros los utilizan. Lo digo sin ninguna intención, como mero hecho objetivo, porque una persona como yo, que lee habitualmente poesía, no conocía nada de él. 

Este poemario póstumo podríamos decir que recoge, efectivamente, las despedidas que fue dejando escritas hasta el último momento. Y lo hace con una extraordinaria serenidad, con suavidad de sol de invierno, con elegancia de foulard que se desliza entre las manos, con humildad y saber estar clásico.

No penséis por el soneto que abre este comentario que Juárez sea un poeta que se ciña a la medida. Es, sin duda, un sonetista extraordinario, y maneja con la misma habilidad otros metros, pero se mueve igualmente cómodo y ligero entre el verso libre. Y por encima de todo es un poeta claro y de voz honda y brillante. Sin retórica ni trucos. Sin artificios. Escritura limpia y llena de sutilezas.


SÁBADO


Cuando te veo dormida, con la radio

como un pájaro amigo sobre el hombro,

las manos enlazadas en el pecho

sereno, entre las sábanas del sábado,

pienso: pasó la enfermedad,

hemos sobrevivido juntos al amor

—morir no es lo peor—

y moriremos juntos, pero será mañana.

miércoles, 14 de julio de 2010

MIRARI GARCIA DE CORTAZAR

BAKARDADEARI


Atzo uste nuen bakardadea zela,
leihoa zabaldu eta mendirik ez ikustea.
Atzo uste nuen bakardadea zela,
aterkirik gabe euripean ibiltzea.
Atzo uste nuen bakardadea zela,
ahanzkortasunean galtzea.
Atzo jakin nuan bakardadea zela,
urrikaltasunean murgiltzea.
Eta gaur, bakardadea zer den dakidalako,
ez dut bakarrik egon nahi.


(Ayer creía que la soledad era / abrir la ventana y no ver el monte. /Ayer creía que la soledad era / andar bajo la lluvía sin paraguas. / Ayer supe que la soledad era / perderse en el olvido. / Y hoy, porque ya sé qué es la soledad, / no quiero estar sola.)

Este poema pertenece al libro Poesiaren magalean. Garcia de Cortazar no es una autora que se prodigue demasiado, pero cuando escribe, lo hace con una serenidad y una musicalidad que a mí me gusta mucho.

Feliz lectura.

lunes, 27 de noviembre de 2017

EL PLACER DE APRENDER, EL GOZO DE ENSEÑAR

Hoy, 27 de noviembre, recibo por correo electrónico un regalo de Mertxe Bikandi, la directora del CEPA Zuloaga, centro en el trabajé hasta hace poco tiempo. Se trata de una entrevista en A vivir que son dos días, Euskadi, donde hablan ella misma, un alumno, Galas Diop, y una alumna, María Luisa Borné. 

María Luisa, Mertxe y Galas. Fuente: SER Euskadi.

El regalo consiste en que, aunque yo ya no estoy ahí, la alumna se acuerda de mí con cariño —muchas gracias, Marisa—, y, además, se atreve a leer un poema mío que regalé a la clase cuando estaba con ellas.  



Os dejo el poema con la correspondiente imagen, origen del mismo. Marisa lo lee en el minuto 22.


SERENIDAD


Para Irene, hacedora de sueños


Ochogiro es feliz y deja pasar el tiempo.

Tengo el sol de invierno en una mano,
el tiempo de los besos en la otra,
habito un espacio sin nostalgias,
con la ternura me duermo
y con ella amanezco.

Dejadme vivir en este aire enamorado.

martes, 15 de noviembre de 2022

LO PEQUEÑO ES HERMOSO, E. F. Schumacher

Desde el punto de vista económico, el concepto principal de la sabiduría es la permanencia (...) incompatible con una actitud depredadora.
E. F. SCHUMACHER

He releído durante los últimos días este libro que se publicó en castellano hace ya 34 años; en inglés, el próximo año hará medio siglo. Hoy está descatalogado, pero todavía se puede conseguir en librerías de segunda mano.


Parece increíble que lo que en él defendiera Schumacher siga siendo absolutamente necesario hacerlo hoy. Hoy más que nunca

Es un libro escrito por un economista, pero un economista que lo mismo se nutría de la filosofía oriental —Gandhi incluido—, que de Kierkegaard. Un economista que al ver el camino que estaba tomando la sociedad durante los años 60 del pasado siglo, intentó poner un poco de sensatez en una economía que devoraba literalmente la Tierra con el modo de vida insostenible y el consumo enloquecido de recursos. Un economista que sabía que el mayor recurso que tenemos es la educación, pero parece que no sabemos aprovecharlo.

Pero en lugar de poner mis palabras aquí, os dejo tres párrafos sacados del libro:

¿Vamos a seguir aferrándonos a un estilo de vida que crecientemente vacía el mundo y devasta la naturaleza por medio de su excesivo énfasis en las satisfacciones materiales, o vamos a emplear los poderes creativos de la ciencia y de la tecnología, bajo el control de la sabiduría, en la elaboración de formas de vida que se encuadren dentro de las leyes inalterables del universo y que sean capaces de alentar las más altas aspiraciones de la naturaleza humana? (Prefacio, pag. 7).

Los fundamentos de la paz no pueden descansar sobre la prosperidad universal, en el sentido moderno de la palabra, porque tal prosperidad, si es que puede obtenerse, lo es gracias al cultivo de impulsos naturales tales como la codicia y la envidia, que destruyen la inteligencia, la felicidad, la serenidad y, finalmente, la tranquilidad del hombre (pag. 32).

Nos retraemos de la verdad si creemos que las fuerzas destructivas del mundo moderno pueden ser "puestas bajo control" por la simple medida de movilizar más recursos (económicos, educativos y de investigación) para combatir la contaminación, para preservar la vida silvestre, para descubrir nuevas fuentes de energía y para concretar acuerdos más efectivos de coexistencia pacífica. No hay necesidad de decir que la riqueza, la educación, la investigación y muchas otras cosas son necesarias en cualquier civilización, pero lo que es más necesario hoy es una revisión de los fines a los que se supone que sirven estos medios. Y esto implica, por encima de todo, el desarrollo de un estilo de vida que otorgue a las cosas materiales su lugar legítimo y propio, que es secundario y no primario. (Epílogo, pag. 306).

Todo un alarde de sentido común, argumentación equilibrada, estilo ameno y una invocación, tan necesaria como ineludible, a la defensa de lo pequeño. Los datos que Schumacher utiliza en el libro, lógicamente, corresponden a los años 60. Hoy son aún más escandalosos. Y ya somos 8.000.000.000 de personas.

Especialmente recomendado para quienes todavía van a comprar el tabaco en coche🚬🚘.

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Путин, немедленно останови войну!

miércoles, 3 de agosto de 2022

LIBROS PARA PENSAR LA PAZ, 22

Editorial. Traducción: Juan Arnau.
Quienes no somos religiosos solemos dejar a un lado textos de esa procedencia, como si tuvieran una categoría intelectual inferior o como si lo que dijeran tan solo pudiera tener interés para quienes practican la creencia en la que se fundan. Afortunadamente, hay muchas excepciones. Una de ellas fue Gandhi, no por ser agnóstico, que no lo era, sino porque perteneciendo a la comunidad hindú nunca despreció lo que podían aportarle para enriquecer su propio pensamiento los textos de la tradición cristiana o musulmana. Así, desde su estancia en Sudáfrica, nunca abandonó la lectura del Corán ni de la Biblia —especialmente el sermón de la montaña—, además, como es comprensible, de la lectura del Bhagavad-gītā, texto sagrado de la religión hindú. De él solía leer con mucha asiduidad el capítulo segundo y sobre él centraba en muchas ocasiones su meditación. El par de citas que entresaco os llevará a entender el porqué de esta fidelidad.

Abandona el apego, pero na caigas en la pasividad. Recréate en la actividad, pero olvida sus frutos. Firme en el yoga, equlibrado, impertérrito ante el éxito o el fracaso, alcanzarás la cima del conocimiento (...) Cualquier actividad es inferior al cultivo de la mente. Busca refugio en ella. Quien ha disciplinado la mente deja atrás sus buenas y malas acciones (p 64).

Quien está continuamente pendiente de los objetos de los sentidos acaba encadenado a ellos. De ese lazo nace el deseo y del deseo la cólera. La cólera origina el error y el error el olvido. Un olvido que termina por aniquilar la inteligencia y producir la muerte. Sin embargo, cuando la atención se pone en la observación misma y no en su objeto, uno se libra de su atracción y repulsión, y, liberado, logra la quietud. Esa serenidad desarraiga toda desdicha y hace brillar la inteligencia. el que no cultiva la mente no es capaz de concentrarse, y sin meditación el pensamiento no logra la paz, en ausencia de la cual, ¿cómo podría haber alegría? (pp 65-66).

El Bhagavad-gītā es parte de ese inmenso monumento literario que conocemos como Mahabharata. Como bien nos recuerda la primera frase de la contraportada, constituye la esencia de la sabiduria hindú. Agrego yo: al interés como elemento de reflexión en torno a la paz hay que añadir el literario y el mitológico. Todas ellas son razones para no perderse el deleite que produce su lectura.

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Путин, немедленно останови войну!

miércoles, 10 de marzo de 2021

MARIAN FERNÁNDEZ LÓPEZ a la INTEMPERIE

Ejemplar de la biblioteca de Egia
Nacen entre las grietas de las rocas

y van fortaleciéndose con la lluvia y el sol.


Diría que es imposible permanecer firme

ante tal adversidad, lo afirmaría en cualquier

otra época de mi vida, pero hoy no.


Porque me reconozco en esas flores 

que intrépidas y solitarias

han sobrevivido al temporal. 


Así es la poesía de Intemperie, sensible, clara, melancólica y resistente. Y próxima, muy próxima. Mientras leemos los poemas, da la impresión de que estamos oyendo hablar a la amiga de toda la vida a nuestro lado. A veces contándonos sus preocupaciones, sus quejas, sus dolores; otras, invitándonos a seguir adelante con ella. 

Marian Fernández nos muestra lo duro que puede ser estar a la intemperie, las dificultades que la vida pone a nuestro paso, el cansancio que genera. Pero no se rinde nunca, no pierde la esperanza; aunque haya momentos en los que el quebranto parezca ganar la partida, siempre se repone. Y son siempre las cosas más humildes las que le enseñan el camino:

Era dueña de muchas cosas,

y del sabor de la genciana en la boca.


El vuelo de un gorrión me enseñó el camino.


Desde la más profunda modestia, desde el reconocimiento del punto de partida, esta lazkaotarra puede afirmar con serenidad:

No conozco grandes fulgores

y mi fogata luce pequeña entre las demás.


Insisto, es escasa la lumbre en mi cabaña.


Pero no por ello se apaga.

Tan solo hay días un poco más oscuros.


Son días donde mi fe se difumina.

lunes, 19 de julio de 2021

LA LUNA DESDE EL BALCÓN

Fecha: 16-07-2021. Hora:22:50. 240 aumentos.

 Rima: (del latín rima-ae) rendija, grieta, hendidura. 

No todo cuanto se puede ver en nuestro satélite con un telescopio de aficionado (reflector de 200mm) se reduce a mares y cráteres. Durante la sexta noche de luna creciente, en la zona de la línea que marca la división entre superficie iluminada y oscura —terminador—, muy cerca de los mares Tranquilidad y Serenidad, podemos apreciar unas marcas en forma lineal, son las rimae (grietas). Creen los expertos que son fosas tectónicas, es decir, hundimientos del terreno flaqueados por fallas.

Fuente: Wikipedia.
Aunque los aumentos que puede utilizar un telescopio como el mío no son muy altos (distancia focal del telescopio entre distancia focal del ocular; en mi caso, 1200/5), son suficientes para intuir que esos elementos del relieve no son precisamente pequeñitos. Concretamente, la Rima Ariadaeus tiene 220 km de largo y 4,5 km de anchura. La Hyginus tiene la misma longitud y es un poco más estrecha: 4 km. Más pequeñitas son las grietas Boscovich, que se encuentran dentro del cráter del mismo nombre y que en la fotografía superior no son apreciables.

Si os preguntáis por los nombres, la verdad es que el de Ariadaeus no deja de ser sorprendente porque se refiere a Filipo III de Macedonia (Filipo Arrideo), hermanastro de Alejandro Magno, y que se salvó de que este último lo matara porque se decía que su madre había sido la reencarnación de Gaia. Los otros sí tienen que ver con personas dedicadas al estudio del cielo: Cayo Julio Higinio fue un escritor latino que nos dejó una Astronomía poética; Boscovich o, mejor, Bošković, fue un físico y astrónomo croata del siglo XVIII cuya teoría atómica inspiró a Faraday para desarrollar sus investigaciones sobre electromagnetismo.

Y aquí una fotografía del día siguiente. La flecha indica dónde se encuentra Venus (ampliadla y lo veréis).